Capítulo 31: Cortesía femenina.

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.Al día siguiente.

Se sentía como una villana malvada mientras caminaba por las mesas del Forlant, y con sus grandes lentes de sol buscaba con la mirada a Valentina López, la periodista que entrevistó a África. Había visto fotos de ella, era joven, seguro tenía la misma edad que Beth, la rubia estaba sentada en una de las mesas de la esquina, y apenas la vio, se paró para extenderle la mano y una gigante sonrisa brillante.

Era alta, y tenía un rostro que, a Yelehen en particular, le resultó aburrido. Como uno que se perdería entre miles de tan común que era.

Cuestión de gustos.

—Buenas tardes, señorita Walsreet –Yelehen asintió, consiente que estaba siendo demasiado seca mientras se quitaba su tapado marrón y tomaba asiento.

— ¿Qué tal, señorita López? ¿La hice esperar mucho? –Preguntó siendo engañosamente inocente. Se quitó los lentes y pudo apreciar la intensidad de su vestido azul, era bonito.

—No se preocupe, tengo la tarde libre –Mantuvo su sonrisa—, estaba ansiosa por saber que era lo que Yelehen Walsreet precisaba de mí. No es conocida por dar entrevistas.

Si. Uno de los pocos y buenos consejos que su primera jefa Elena le había dado, fue que los clientes siempre preferían a personas discretas para tratar con los negocios. Los fanfarrones eran vistos como vendedores de ilusiones más que profesionales.

Y además, nunca le había gustado la falsa atención.

—Ciertamente no lo soy –Admitió sonriendo—, puede sentirse afortunada.

La sonrisa de la chica se tambaleó y eso le dio satisfacción, Valentina López no debería sentirse tan confiada.

—Seré directa, señorita López –Continuó—. Porque tampoco soy conocida por dar vueltas, supongo que a estas alturas ya le informaron que uno de sus trabajos fue cancelado.

Frunció el ceño por un segundo, hasta que murmuró: —Si, me lo dijeron esta mañana ¿Pero porque está al tanto de eso?

—Porque yo pedí que no se emitiera.

La fina ceja rubia subió unos centímetros, sorprendida: — ¿Se puede saber porque?

—Bueno...—Yelehen entrelazó sus dedos bajo su barbilla, apreciando brevemente su reciente manicura— resulta que tengo ciertos intereses involucrados en esa entrevista, y no me gusta para nada como usted manejó el tema.

—Disculpe pero... ¿Acaso una ejecutiva va a venir a decirme como hacer mi trabajo?

Sonrió, sorprendida por esa pequeña chispa que vio encenderse en ella. Iba a concederle eso, después de todo su productor, un hombre mayor con años de experiencia en la industria, con el que se había reunido el día anterior, no había discutido en lo más mínimo al ceder ante sus demandas.

—No me vería en la obligación de hacerlo si, como dice, hiciera bien su trabajo. Pero supongo que un buen trabajo de periodismo es mucho pedirle a alguien que solo llegó a mitad de la carrera ¿No?

Valentina tragó, incomoda. En ese momento, vino el mesero a preguntar su orden, Yelehen pidió rápidamente un café.

— ¿Estuvo investigándome? –Preguntó cuándo volvieron a estar solas.

Rodeó los ojos: —Para ser una periodista —Dijo con una sonrisa sarcástica—, la palabra investigación no debería incomodarla ¿o acaso no está lo suficiente familiarizada con el término?

—Entonces...—Valentina tomó un trago de agua, seguro intentando mantener la calma— ¿Cuál fue ese interés que toqué de mala manera, según usted?

Dobles intencionesWhere stories live. Discover now