Capítulo 47: Alegorías de la confianza.

582 119 116
                                    

.Harlen Brooks.

Apretó los dientes hasta que dolieron, apenas hacia unos minutos que había cortado aquella video llamada, y Yelehen seguía sin responderle.

Insistió unas cuantas veces más, hasta que volvió a llamar a Hanns. El hijo de puta atendió casi de inmediato:

— ¿Dónde está Yelehen? —prácticamente gruñó la pregunta, pero Hanns pareció tomárselo a chiste.

—No tengo ni idea. No tengo un chip rastreador sobre mis ejecutivos, Harlen.

—Ya tienes lo que querías, ahora borra ese video.

Otra vez, volvió a reírse, el sonido de la música se escuchaba de fondo: —No hasta que lo hagas oficial, no te preocupes, nadie lo sabrá. No tengo intensión de que mi director ejecutivo tenga tan mala reputación. Si cumples tu palabra no habrá ningún problema...

—Pero... —ah, muy tarde, el viejo hijo de puta colgó.

Luchó contra él impulso de arrojar el teléfono contra la pared. Tenía que intentar mantenerse centrado, ya había reservado un vuelo para volver a Ivy Soul, en media hora estaría abordando, y se consoló así mismo pensando que mañana podría explicarle a Yelehen todo.

Ella estaba odiándolo en ese momento, y ni siquiera podía culparla. Volvió a tomar su celular, iba a llamarla de nuevo, pero tampoco quería retrasarse para tomar el vuelo. Así que tomó su maleta y salió del hotel.

.Yelehen Walsreet.

La noche oficialmente había terminado para ella, poco le importaba la imagen que estaba trasmitiendo, seguía siendo la maldita Yelehen Walsreet, irse antes de un festejo no iba a arruinar su reputación profesional.

Así que cuando volvió a la sala, fue hacia la mesa ahora vacía, la mayoría de las personas estaban en el centro de la pista, bailando, o reunidos alrededor de la barra, hablando entre sí. Las luces estaban demasiado bajas, dando un ambiente íntimo, Yelehen agradeció eso, hacía incluso más disimulada su huida.

Tomó su bolso y se dirigió al baño, tenía que asegurarse que su maquillaje no se había corrido. No lo estaba, era demasiado caro como para que eso pasara, pero incluso así se veía hecha un desastre.

Ojos nerviosos y despeinada por el viento de la terraza, hizo lo posible para acomodarlo. Incluso los rizos desechos se reían de ella, como si fuera una mala replica de una cenicienta cuya noche se había arruinado.

Llegaba a perder un zapato y mataría a alguien. Hablando de matar, observó su teléfono, tenía muchas llamadas perdidas de Harlen, y otra apareció incluso antes de que pudiera verlas a todas.

—Yelehen... —Dijo Harlen sin aliento, apenas atendió— Jesucristo, al fin.

— ¿Al fin? ¿Eso es todo lo que tienes que decir maldito hijo de...?

—Espera, Yelehen, te juro que tengo una muy buena explicación, yo no quería aceptar ese maldito puesto... —se escuchaban sonidos de fondo, pero no estaba segura de que eran.

— ¡Pero lo hiciste! ¡Acabo de ver tu maldita cara en esa pantalla, Harlen! Estabas ahí...

—Tenía que hacerlo... —puso una falsa voz lastimado que solo la enfureció más— sé que no lo entiendes, pero vas a comprenderme cuando...

—Vete a la mierda, Harlen, vete al jodido infierno, te lo pregunté maldición... —Y aunque no quiso, su voz se quebró— Me lo prometiste...—Bajó el tono, odiando escucharse así misma de esa manera.

Dobles intencionesWhere stories live. Discover now