Capítulo 16: Santa África.

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.Más tarde.

.Yelehen Walsreet.

—Bendito sea el fruto de tus pensamientos, santa África reina de los ligueros...

La carcajada que soltó fue fuerte y sonora, alejó un poco el celular para que no la aturdiera.

—Eso es, perra, rézame.

— ¿Por qué siento que ahora esto se te va a subir a la cabeza?

Yelehen se balanceó en su sillón, aun tenia trabajo por hacer, pero primero necesitaba hacerle una rápida llamada a África y contarle lo que había sucedido.

—Oh, lo hará. Pero lo merezco por mantener tu vida sexual activa y feliz. Ahora, explícame quien eres y por qué reemplazaste a mi amiga con una actriz porno, no me estoy quejando, como que la otra empezaba a parecerme un poco mojigata.

—Ah, vete a la mierda.

África volvió a reírse: —Es que ¿En serio, Yelehen? Tus ideas son cada vez más calientes. Primero contra el ventanal y ahora masturbarte sobre su mesa ¿Qué sigue después?

—No es como si lo planeo, simplemente sale –Admitió— todo con él es tan...

— ¿Si? –La sonrisa era obvia en la voz de su amiga.

—Nada, déjalo, no voy a darte más material.

—Chica mala, ya veras, volverás a pedirme otro consejo.

— Nunca te pedí consejo.

— ¡Y lo mal que haces! –suspiró sonando complacida.

—De hecho, acordamos quedarnos hasta tarde ultimando los detalles... Mañana tenemos que presentarlo oficialmente ante Hanns, a ver si lo aprueba.

—Claro... trabajar hasta tarde, así le dicen ahora.

Se rio: —Ya deja tu papel de gurú sexual y dime qué tal va tu día, vi la foto del desayuno que te hizo Zach.

—Ow, si, es un buen día para mí. Mi esposo me despertó con un desayuno de primer nivel, mi mejor amiga consiguió montar a un vaquero gracias a mis consejos, y una productora me llamó para entrevistarme.

— ¿Que? África eso es genial ¿Por qué no estábamos hablando de esto antes? quiero detalles.

—Es que acaban de pedírmelo, –no ocultó la emoción en su voz—, quieren hacer una nota sobre mujeres piloto. Muero por escribirle a mi madre que estoy en televisión.

—Se largará a llorar.

—Tú lo harás.

—Oh, por supuesto que sí, maldita sea, incluso lo guardaré para tenerlo de recuerdo. Ja... hasta estoy tentada a mandárselo a tu antiguo instructor, ese que no daba una mierda por ti.

—Cierto, el cerdo pretensioso, quizás te deje hacerlo.

Yelehen sonrió, sabiendo que no la dejaría en realidad, África no era de las que guardaban rencor.

— ¿Cuándo será?

—En una semana, mierda...—Murmuró— tengo que irme, creo que al final el vuelo no sale a horario.

—Está bien, escríbeme cuando aterrices.

.Más tarde.

África quizás no se lo creería, pero ellos en serio habían trabajado. Yelehen estaba sorprendida de que no haya sido ni un poco extraño estar sentada a su lado, sin embargo, habían decidido en un acuerdo silencioso hacerlo en su oficina, después de todo, trabajar en la misma mesa donde antes habían tenido sexo no era una buena idea. Una tentadora, por supuesto, pero no buena.

Dobles intencionesWhere stories live. Discover now