Extra tres

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—Iré en tu auto, no soporto estar cerca de Jefferson más de lo necesario. Y necesito calmar mi mente un poco. —Murmuró bajamente, sus dedos apretando el puente de su nariz, un suspiro muriendo en lo plano de su palma. 

—Todos necesitamos un respiro —, su compañero respondió, sentado a su lado y con la mirada perdida—, ¿Qué hicimos mal? 

—Tratar de hacerlo bien. —Susurró soplando con fuerza en su mano—, quisimos hacerlo de la manera adecuada y... aparentemente no era la correcta. 

—Y se nos salió de las manos. 

—¿Cuándo?

—No creo que hubiese un día —, el otro negó lentamente, una mano cayendo encima de su rodilla, él cerró los ojos y colocó su propia mano encima de la ajena, sus dedos intercalándose con los contrarios, apenas dio un ligero apretón—. Creo que todo fue paulatino. 

—Sí, lo fue. —Asintió abriendo los ojos y observando alrededor del jardín levemente oscurecido, la luz artificial no alcanzaba a llegar a la zona donde ellos se encontraban—, ¿Quién crees que es el padre? 

—¿Cómo voy a saberlo? Nunca nos presentó una pareja... siempre ha sido demasiado... promiscuo —, la palabra fue baja, creía que quizá tenía un ligero problema al tratar de evocarla, él también lo tendría. Sentía un rumor de pleno enojo fungir en su pecho cada vez que a su cabeza caía la idea de que su hijo estaba con alguna persona en una situación íntima—. Realmente. —Su hermano dio un fuertísimo suspiro—, no creo que él mismo sepa quién es el padre. 

—No. —Su voz fue temblorosa al farfullar en coincidencia con las palabras expuestas por su hermano, él también dudaba seriamente que su hijo supiese quién era el padre del cachorro que estaba cargando. 

—Quiero ir a casa ya, ¿podemos? No soporto continuar fingiendo que nada ocurre. 

—¿Cómo mierda vamos a vigilar que no vaya a una clínica clandestina? —Preguntó bajo, un gruñido entre sus labios, miró a su hermano y le apretó la mano antes de levantarse de la baja banca en la que ambos habían estado sentados. 

—Vamos a casa, hablaremos los tres de esto. —El otro dijo golpeando su hombro con los dedos. 

Asintiendo lentamente en acuerdo comenzó a caminar hacia la casa, las risas y la palabrería surgiendo más vivaz a cada paso que daban. 

—¿Dónde estaban? —Christopher preguntó en cuanto llegaron a donde estaban todos. 

—Estaba leyendo un auto y Edward quería algo de aire. —Dijo por lo bajo avanzando hasta el lugar donde estaba su abuela y acuclillándose colocó las manos en las rodillas de la alfa—, mañana iremos a cenar a tu casa, ¿recuerdas? —Lentamente dijo las palabras, ella naturalmente estaba un poco más sorda, aunque seguía estando lo suficientemente regia para tener más de noventa años, la edad no era algo que llegara gratis. 

—Y si no llegan a tiempo ya sabes lo que vas a obtener. 

—¿Solo yo? —Preguntó casi riéndose.

El golpe en su cabeza fue instantáneo—, si quiero castigarte solo a ti entonces lo hago. —La mujer gruñó bajamente. 

—Sigue con ese pensamiento, abu —, Edward apareció y besó la cabeza de ella antes de saltar lejos del bastón que quiso golpearle, no se alejó lo suficientemente rápido porque la vara alcanzó a darle en el culo y él saltó en un quejido. 

—Nos vemos mañana, pasa una buena noche. Te quiero. —Dijo bajamente levantándose y besando la frente de la anciana. 

—Deja de despedirte de esa manera, Harold. He querido morir por más de cuarenta años y sigo aquí, no voy a morirme porque te despidas así. 

Styles ~LS- A-B-O~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora