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La desorientación y confusión le obligó a abrir los ojos, pronto volvió a cerrarlos cuando la luz fue como una ráfaga dolorosa contra sus orbes, la sensación de dolor propagándose por todo el cuerpo en corrientes lentas y tortuosas, aturdido parpadeó un par de veces de la más parsimoniosa manera, los músculos de su cuerpo resentidos con el lento movimiento, aumentando la tensión se decidió por abrir los ojos.

Por sus índigos corrieron diversas imágenes en borrosas tonalidades, el desasosiego aumentando a cada ráfaga de confuso recuerdo que se permitía transitar por su cabeza, un leve quejido brotó desde sus delgados labios, la cabeza palpitándole y poniéndosele caliente ante las imágenes que corrían, mareándolo.

Y eran las refulgentes esmeraldas las que predominaban en su visión, tan brillantes en las penumbras que lo atormentaban, luciendo como faroles que lo invitaban a vivir, que añoraban sacarlo de aquel dolor, refugiarlo en cálidos brazos y llenarlo de amor. Y cuanto era lo que él anhelaba estar bajo el resguardo que aquel maravilloso ser podría brindarle a él, cuanta añoranza vivía rebosando en su interior. Su fiero instinto animal aclamando por la sublime compañía que un alfa le podría otorgar, la esperanza escapándosele y sus vanos intentos por atraparla con garras y dientes, la desesperación resurgiendo desde los profundos mares de su mirar hasta convertir la calma en la más turbia marea que podría establecerse en algún lugar. Estaban las olas de aquel mar embravecido desbordándose hasta llegar a la playa seca que eran sus mejillas, empapándolas en un santiamén. La desolación embargándolo en tan solo un acongojado respiro.

Pero era ese instante, cuando la negrura abarcaba todo, cuando garras gigantescas lo tomaban del rostro y lo halaban hacia la profundidad de la más temible oscuridad, las filudas zarpas siendo puñales enterrándose a su afable carne. Y era justo ahí, cuando era arrastrado por la peor bestia hacía el más tenebroso lugar la fuerza avasallante lo halaba de la más cálida manera, y justo ahí entre toda la penumbra que lo rodeaba era capaz de visualizar faroles cetrinos, cuatro de ellos que le irradiaban una exorbitante cantidad de luz inclusive la sombra era consumida hasta su inexistencia.

Un lastimero gemido saliendo de sus labios, adormeciendo su lengua y rasgándole las cuerdas bucales. Aunque los recuerdos estaban difuminados conseguía obtener algo de ellos, y estaba seguro de que ese algo no iba para nada bien.

Si había dos asemejaba un problema.

Y él ya no podía lidiar con más problemas.




...





Cada par de ojos paseaba sobre todos allí, las miradas eran simultaneas y la tensión tan gruesa que se convertía en palpable, parecía flotar solo en el aire, mientras cada uno de los ocupantes de aquella sala de espera se otorgaba una mirada atiborrada de diferentes sentimientos. Llevando horas en la misma situación solo les quedaba esperar. Esperar y aguantar.

Tras el colapso que el omega había sufrido en brazos de los jóvenes alfas había sido revalorado y lo habían dejado en una habitación donde le prestarían un correcto servicio, deshidratación y mala alimentación, era lo que un doctor había dicho luego de haber puesto una intravenosa en el delgado brazo del castaño, los gemelos habían sido alejados del chico luego del primer altercado, sus fieras habían mandado y ellos habían rugido en enojo cuando manos ajenas intentaron posarse sobre el delicado cuerpo del que ellos consideraban era su omega.

Styles ~LS- A-B-O~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora