Extra dos

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—¿Estás segura de hacerlo? 

—Lo he hecho antes. 

—Antes no necesitabas reposo, descanso y cuidado. 

La rubia resopló poniendo en blanco los ojos—, tú eras quién siempre decía que estabas embarazado no discapacitado, así que por favor. —Ella le hizo una seña hacia la puerta—, necesitan confirmar que Jeffrey está bien, y yo no me voy a quedar totalmente sola con los demonios, los abuelos y los tíos están aquí. 

—De todas formas, me sentiría mil veces más seguro si alguno de tus papás decide quedarse, ¿y si tienes algún malestar? 

—Louis, el único malestar que la niña va a tener es dolor de cabeza porque no te vas pronto, y todos necesitamos que nos digas que la alergia de Jeffrey no es algo grave. —Luke habló caminando hasta él, el pequeño cachorro de cuatro años aferrado al cuerpo del omega, con el rostro contra el cuello del rubio y prácticamente dormido. 

Él hizo una mueca que combinó suavemente con una sonrisa ligera por la actitud tan linda del pequeño niño, extrañaba demasiado ese comportamiento por parte de sus propios hijos, que lo necesitaran para mimos, cariños y abrazos. Aunque los menores seguían siendo lo bastante pequeños para eso ya comenzaban a mostrar signos de independencia y era una locura total que él se sintiera herido con el asunto. 

Pero, ¿qué podía hacer? Nunca habría manera de que estuviese preparado para ver a sus cachorros crecer. 

El claxon sonó y él casi pudo ver la impaciencia marcada en el rostro de Edward, quien manejaría hasta la clínica, sin siquiera voltearse a darle una mirada. Conocía demasiado bien a sus alfas después de casi treinta años. 

Suspiró derrotado cuando su hija le movió nuevamente la mano en señal de despedida. A lo lejos podía escuchar a sus hijos discutir entre gritos con Manuel, Carla y Robert. Los hijos de Luke y Adam que no tenían exactamente la misma edad que los mellizos, salvo por Carla, él y Luke habían quedado en embarazo en el mismo mes. Sus cachorros habían nacido primero, claro, un parto prematuro hacía esas cosas, especialmente con un embarazo múltiple. 

Cameron y Ana habían cumplido nueve el mes pasado, Carla los cumpliría en un mes más. Manuel con diecisiete años era un alfa demasiado alto y delgado, se supone que era quién estaba vigilando a los más pequeños, pero por los alegatos él podía jurar que el adolescente era más cachorro que los otros tres, además, él conocía lo suficientemente bien a su sobrino. Robert por su parte era un omega precioso, como sus hermanos, por supuesto, con catorce recién cumplidos acababa de pasar por su tercer celo y estaba demasiado sentimental. Louis no quedaría extrañado si dentro de poco Luke le cuenta que Robert aceptó el tratamiento supresor. Los celos son una mierda total. 

No es como que él los siga teniendo. 

Puede recordar todo el dolor y la necesidad, sin embargo. 

Tuvo que girar su cuerpo cuando el claxon volvió a sonar, un poco más estridente ahora—, ¡Que ya voy! —Gritó antes de volver a mirar a su hija— Deja que tu abuela les golpee con su bastón si se ponen muy fastidiosos, por favor, no te quiero estresada, mi vida. 

—Todo va a estar bien, mamá, ya. Ve de una vez porque lo único que me preocupa es que a papá le dé una embolia por esperar. 

Él puso en blanco los ojos. 

—Siempre ha tenido tan poca paciencia. —Se estiró y besó la frente de su cachorra, su mano puesta en el abultado vientre—, no vayas a estresarte demasiado con tus hermanos. 

Styles ~LS- A-B-O~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora