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En el atardecer el cielo se tiñe de hermosas, delirantes y embriagantes combinaciones, todos, sin exclusión alguna se han quedado con la mirada embelesada en los bellos tonos que cubren el gran manto azulado, siempre llenando de un increíble éxtasis visual a quien quiera que eleve la mirada, los reflejos de los deslumbrantes colores pintando calles, casas, ríos, lagos y estanques, los arboles siendo hermosamente hipnotizados por las maravillosas tonalidades que les encienden de diversas maneras.

Especialmente los últimos días del otoño, cuando el invierno comenzaba a florecer la naturaleza actuaba de una asombrosa manera, pintando todo de burdeos naranjas y rojizos claros, juntando todo con la escasez de hojas en los árboles y la madera luciéndose totalmente café hacia lucir el panorama completamente maravilloso a la vista de cualquier persona. Y con exactitud el alfa no era para nada indiferente a aquella esplendorosa muestra de grandeza por parte de la naturaleza, él podría determinar con mucha facilidad que aquel bello paisaje que observaba a diario era lo único que estaba bien en el mundo, eso era lo único que inflaba su pecho de paz y satisfacción, el gozo, el deleite y la dicha de solo perderse en las sorprendentes y extraordinarias figuras que los colores decoraban para él, porque estaba demasiado seguro que era la única persona que con simpleza se detenía, embelesado, a observar largamente todo el atardecer, muy seguramente las demás personas estarían pasando y elevarían la mirada, claro que si, nadie se salvaba de otorgar una mirada a la magnificencia que representaba el gigantesco cielo que les cubría eternamente, sin embargo estaba completamente seguro que nadie se detenía a observar, no solo mirar, sino quedarse observando, viendo cuan maravilloso era aquel entorno, una manía de la cual era presidiario.

Y entonces ahí estaba, con la esmeralda mirada prendada en el cielo tintado de diversos colores, con los ojos fijos en el espectáculo colorido que recorría el cielo hermosamente pero siendo un imbécil que no prestaba atención, con facilidad su cuerpo estaba allí, sus ojos prendados de la maravilla natural pero su mente, sus pensamientos, se encontraba todo disperso, todo revolviéndose en el azul de un mar en un caluroso día veraniego, las curvas esplendidas y el chocolate coloreando lisos mechones, sus pensamientos encarrilados en una única dirección, el aroma suave, seductor, encantador, atrayente y delirante que aquel bello, dulce, encantador y jodidamente caliente omega expulsaba de una manera tan delicada que lo enloquecía, lo hacía delirar en la locura, el enloquecimiento apoderándose completamente de él, impidiendo cualquier atisbo de escape que el pudiese querer dar, aunque eso era una opción completamente nula, él no quería en lo absoluto hacer eso, era feliz siendo un completo lelo con la deslumbrante belleza que ese ser resplandecía.

Pero surgía el gran inconveniente, su hermano, él podía ser representante de todo lo que se llamaba un gran problema, ¿realmente estaría dispuesto a pelear con él por el amor de un omega? Siendo sinceramente objetivo y moralmente correcto, no. Él no se encontraba dispuesto a aquello, en definitiva renunciaba bastamente a esa idea, sin embargo las cosas se trucaban y entonces no podía hallar una solución, cuanto mínimo, coherente para el gran problema que asimilaban justo ahora, era bastante claro que ambos estaban demasiado idiotizados por el increíble y hermoso omega, pero eso no daba razonamiento justificable a que olvidaran quienes eran, y aunque sus alfas prodigaran de dominio ellos eran personas antes que cualquier cosa y mucho más que eso, ellos eran hermanos, eso era casi como un vinculo sagrado y no se quitaba con absolutamente nada.

El aire frío que anunciaba el inicio de la noche acarició su rostro con suma delicadeza, helando los rosados labios, su lengua salió para lamerlos y un suspiro voló de su boca "¿Louis? ¿Qué haces aquí?" al escuchar aquello su ceño se frunció levemente, la gelidez siempre establecida en su rostro mermando de una muy tenue forma, la confusión reinando por un corto y prácticamente diminuto lapso de tiempo, con los labios sutilmente fruncidos se echó un poco hacia adelante, inclinando la cabeza y estrechando los parpados, consiguiendo divisar a su hermano transitar por el empedrado, el cabello sacudiéndose a causa del aire que ventilaba fríamente en el lugar, llevaba bajo el brazo izquierdo el skate de oscuros colores, caminando a un apurado paso hasta la luz que había en la entrada de la casa, justo el lugar donde su visión de ojos entrecerrados no alcanzó a divisar mucho más.

Styles ~LS- A-B-O~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora