29

1.3K 121 15
                                    

Supongo que el tiempo nos ha ayudado tanto a Ruggero como a mí a superar esto. Hemos dejado el tema del embarazo atrás y preferimos centrarnos en su enfermedad.

Le hemos dado el mejor de los tratamientos, nunca dejo que se retrase en la toma de una sola de sus medicinas. Y con el tiempo su estado fue mejorando hasta que los malestares desaparecieron por completo.

Ahora mismo, mis piernas están enredadas con las suyas y sus manos acarician mi cabello mientras vemos una película. Austin está pasando el día con mi familia y la de Ruggero.

Según sé decidieron hacer una parrillada para conocerse más. Pero desperté sintiéndome un poco mal y decidimos que Austin fuese solo, está a nada de cumplir su primer añito y Ruggero piensa que es mejor comenzar a soltarlo.

Es obvio que van a existir días en los que sus abuelos van a querer estar con él sin nuestra presencia. Como hoy.

O también van a haber días que seguramente querremos estar solos y Austin tendrá que irse con sus abuelos.

Incluso hemos considerado la posibilidad de irnos solos a la luna de miel. Serán solamente dos semanas, pero aún no estamos seguros.

Es decir, ninguno de los dos quiere dejarlo para absolutamente nada. Es nuestro bebé.

— Es irónico. —susurro levantando la mirada.— Antes yo creía que tú serías mi bebé siempre, pero ahora tengo uno de verdad.

— Oye. —reprocha bajando su mano a mi espalda desnuda.— Dijiste que yo siempre sería tu bebé.

Me río por su reproche y dejo de abrazarlo para buscar mi teléfono. Mauricio sigue informándome de todo lo que mi bebé de verdad hace.

Ahora mismo acaba de mandar una fotografía de Austin en la piscina jugando con sus primos.

Sonrío y le pido que esté al pendiente antes de volver a dejar el teléfono en su lugar.

Ruggero vuelve a pasar sus brazos por mi abdomen y me atrae hacia él besando mi cuello.

— En solo una semana, serás mi esposa. —susurra en mi oído erizando mi piel.— Estoy ansioso.

— Si no lloras viéndome en un vestido de novia, no quiero nada. —bromeo entrelazando sus manos con la mía.— Yo también estoy ansiosa.

— ¿Te imaginaste que terminaríamos así cuando me viste por primera vez?

— No, cuando te vi por primera vez pensé que sería despedida de la empresa. Te llamé niño de papi.

— Y yo te recomendé leer mejores novelas, aún no lo haces. —se burla y me río removiéndome para quedar frente a él.— Lo siento.

— ¿Por qué? Lo de las novelas, incluso Giovanna me lo había dicho en repetidas ocasiones. No hay nada que perdonar.

— Lo siento tanto, lamento haberte lastimado, alejado de mi lado cuando en realidad lo único que quería era amarte como te amo. No te merezco, bonita. No merezco que me ames tanto, y que me hayas dado la oportunidad de tener esta familia tan bonita. He cometido tantos errores alrededor de mi vida que me duelen, y cada maldito día que pasa solo logro arrepentirme más. No era mi intención lastimarte, pero lo hice, siempre lo hago.

— Oye, no vas a ponerte así ahora. —susurro acariciando si mejilla.— Yo también me equivoqué, ambos tenemos la culpa en cada uno de nuestros errores. Pero te amo, ¿Okey? Y a la mierda lo que él mundo piense de nuestra relación solamente somos tú y yo contra el mundo.

— Y Austin. —agrega con una divertida sonrisa.— Y los hermanitos que pensamos darle.

— Y Josuet. —completo diciendo lo que le duele decir.— Quiero que Austin y los hijos que vengan después crezcan sabiendo que tienen un hermano, uno que aunque ya no esté, deben amar tanto como él se lo merece. Josuet no era mi hijo, pero yo llegué a quererlo como tal así que no pienso dejar que mis hijos crezcan sin el recuerdo de su hermano mayor.

4| El verde de sus ojos; QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora