1

1.4K 124 41
                                    

Esto no está bien, Ruggero no está bien.

No comprendo por qué Candelaria quiso llevarse a Josuet, pero ahora mismo todo el hospital está vuelto un caos.

Hay policías afuera, la noticia de hace algunos años volvió a tomar sentido y Ruggero está siendo acosado con preguntas. La ambulancia del rescate no llega, y al parecer Candelaria pudo darse a la fuga.

Yo solo espero que Josuet esté bien, no merece esto.

Es solo un niño que no sabía las intenciones que su madre tenía. Es un niño que necesita de ayuda.

— Dios mío, lo siento tanto. —es lo primero que Giovanna dice en cuando cruza la sala de espera.— ¿Estás bien?

— Yo si, Ruggero no. No ha hablado con nadie, y se ha encargado de aislarse.

— Lo siento tanto, pequeña. Esto es todo lo que faltaba.

— Es que Josuet no merece esto, Giovanna. Es solo un niño, uno que creía que incluso su madre era capaz de cambiar.

— Ya lo sé, pero poniéndote así no ganas nada. Ahora mismo debes pensar en ser un apoyo para Ruggero. Te va a necesitar.

Asiento y apoyo mi cabeza en su hombro mientras veo a Antonella moverse de un lado a otro con mi pequeño en brazos.

Ellos se han mantenido con un aspecto neutro, solo se mueven preguntando a los doctores, se niegan a responder preguntas y recolectan información con la policía.

Llevamos varias horas aquí, y aunque quisiera decir que las cosas mejoran no es así.

Estuvieron alrededor de siete horas intentando encontrar a Josuet entre los escombros de lo que fue el auto de Candelaria. Y lo único que han dicho hasta el momento es que el niño no está nada bien.

Después de habernos enterado de que lo encontraron han pasado cuatro horas. Y la ambulancia sigue sin llegar. Comienzo a desesperarme.

— ¿En dónde está Ruggero? —pregunta Pasquale sentándose a mi lado.— Ten, te traje algo para que comas, necesitas alimentarte por el niño.

Yo asiento y le agradezco antes de tomar lo que él me ofrece. Giovanna le explica que de Ruggero no sabemos nada y que se ha dignado en desaparecer.

Pasquale asegura que necesita tiempo y prefiere que lo dejemos solo en donde sea que esté. Pero cuando Agustín llega se niega a dejarlo solo.

Va a buscarlo y regresa una media hora después con un café en la mano que me extiende pero yo señalo las tarrinas ya vacías. Pasquale ya se encargó.

Él entonces se encoje de hombros y bebe del café.

— ¿Lo encontraste? —pregunto porque en serio necesito saber. Él asiente.— ¿Cómo está?

— Literalmente pésimo. –susurra soltando un suspiro.— Pero Ayla se está haciendo cargo para que no caiga en un ataque de estrés. Sus dolores de cabeza han vuelto.

— Sería más fácil si no me hubiese alejado de él.

— No lo hizo porque no te quiera aquí, Karol. Solo no quiere poner una carga más sobre ti, necesitas estar bien por Austin y él lo sabe.

— Eso no me hace sentir mejor.

— Claro que no, preciosa. Pero intenta ayudar a Ruggero de esta manera. —susurra Giovanna acariciando mi cabello.— Sabes que no lo hace intencionalmente.

Vuelvo a asentir y me pongo de pie cuando Austin llora. Es obvio que no está cómodo, pero dejarlo con Lalita tampoco era una opción.

Yo no le doy fórmula, y extraer leche no fue posible gracias a que Ruggero salió prácticamente volando y no me dio tiempo de nada.

4| El verde de sus ojos; QuédateUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum