EPÍLOGO

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— Pon un poco de azúcar aquí. —dice mi esposo y lo hago.— Prueba.

Él lleva la cuchara a mi boca y levanto mis pulgares indicándole que está perfecto. Asiente y vuelve a lo suyo mientras yo me siento en la encimera.

Queremos que esta noche sea básicamente perfecta. Es nuestro primer San Valentin con Josuet luego de estos años sin saber de él.

Aún me cuesta creer que finalmente somos una familia. Apenas hoy recibimos los papeles que certifican a Josuet Pasquarelli como parte de esta familia.

Así que vamos a celebrarlo como se debe. Y claro, Ruggero tiene que cocinar para esto.

Este mes ha sido para nosotros como una prueba más. Ayudar a Josuet a adaptarse fue difícil, aún tiene pesadillas por las noches.

Obviamente tanto él como Ruggero han estado yendo con la psicóloga para poder superar esto. Creo que les va muy bien, y espero que sigan así.

Y si hay algo que siempre voy a recalcar de todo esto es la emoción con la cual recibieron a Josuet. Nadie se lo podía creer pero al final lo recibieron con el cariño más puro y sincero.

Y una prueba de eso es su amiga que al parecer jamás se olvidó de él. Jade fue la más feliz sin duda alguna.

Esa rubia bonita que como ella dice, ahora es una mujer inalcanzable. Es que no hay duda de que es hermosa.

— Media hora al horno y listo. —canturrea cerrando el horno.— Por fin terminamos. ¿Los niños ya llegaron?

— No. —niego de inmediato.— Seguramente Austin no terminó su tarea.

— Como siempre. —desaprueba él.— ¿Por qué no le gusta hacer tareas?

— ¿A quién le gusta? Ni se te ocurra decirle nada a mi niño. —advierto señalándolo.— Austin es mi bebé.

Ruggero rueda los ojos y protesta porque no le parece justo que yo haya dejado de prestarle atención ahora que tenemos a un precioso bebé con nosotros.

Pero no se trata de eso, se trata de lo mucho que adoro a mi bebé. Es que no sé, solo ver a Austin provoca que quería abrazarlo y llenar su precioso rostro de besos.

Me encantan sus ojos, y su cabello idéntico al de su padre.

— Tienes que prestarme más atención, mujer. Soy tu esposo. —se queja envolviendo sus brazos en mi cintura.— Dime que me amas.

— Te amo. —aseguro delineando sus labios con mi dedo.— Y no seas exagerado, te doy mucha atención cuando los niños van a casa de tus padres, y por las noches, y por las mañanas cuando logras convencerme de despertarme antes de lo establecido por el despertador, y todos los días de mi vida.

— No es suficiente.

Él hace un mohín y yo sonrío besando sus labios.

Su mano se cuela debajo de mí blusa acariciando mi espalda hasta llegar al broche de mi brasier pero golpeo su mano pidiéndole sin palabras que la retire.

Nunca se puede con él, siempre termina aprovechándose de la situación. Pero ahora no podemos, los niños deben estar por llegar.

— ¡Mami, papi! —y hablando de...— ¡Hola!

Austin se lanza a los brazos de su padre quien lo recibe encantado. Y si, creo que Austin tiene una obvia preferencia hacia Ruggero y la respuesta del por qué es obvia.

Mi esposo es quien juega con él a cualquier juego existente siempre. Ha cumplido su promesa de ser el mejor padre para él. Realmente lo es.

— ¿Por qué llegan a esta hora? —pregunto mirando el reloj.— Una hora después, ¿quién tuvo la culpa esta vez?

4| El verde de sus ojos; QuédateKde žijí příběhy. Začni objevovat