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Había extrañado Italia. Ya añoraba beber un café con mi mejor amiga. Es lo primero que hice apenas llegué. Pasquale se ofreció a hacerse cargo de los niños y nosotras aprovechamos eso para ponernos al día.

Fue un vuelo terriblemente largo, y si a eso le sumamos un niño berrinchudo de cinco años llorando cada diez minutos, mi aspecto no debe ser el mejor.

Estoy molesta con el mundo, pero el saber que veré a Ruggero me hace sentir un poco tranquila. Necesito decirle que, si no es tarde, estoy dispuesta a jugármela por nosotros.

Nos merecemos esa segunda oportunidad. Nos merecemos todo el maldito mundo siempre que estamos juntos.

— Pero qué linda estás. —dice mi amiga acariciando mi cabello.— ¿Por qué carajos te cree tan rápido? Hace dos meses lo tenías super corto.

— No estaba corto, Giovanna. Me llegaba a los hombros. —me río.— Y tampoco está muy largo, es solo que la vez que me viste con el cabello recién cortado, lo tenía recogido.

Ella hace un mohín y asiente. Decidí volver a pintarlo, pero esta vez de rubio.

Si, ya sé. Tengo una crisis para decidir cómo en realidad quiero tener mi cabello.

Tampoco es tan rubio, es más como un castaño claro. En realidad lo quería rosa pero mi mamá es un poco intensa cuando se lo propone.

Además, dejar que ella y mi hermano me pinten el cabello antes de tomar ese vuelo no era una muy buena idea así que aquí estamos.

Salió bien después de todo.

Habíamos salido de la cafetería hace rato y ahota Giovanna conducía hacia su casa que es en donde voy a quedarme si Ruggero me dice que soy una estúpida y que no quiere estar conmigo.

Quiero primero bañarme, luego arreglarme y finalmente ir a ver a Ruggero. Sé que sale hoy en la noche.

Son las seis de la tarde, tengo que apurarme si quiero encontrarlo en el hospital.

Llegando a la casa quiero centrarme en preparar a Austin para que vea a su padre pero Giovanna me asegura que se hará cargo dándome un pequeño respiro.

Una vez en la habitación de invitados tomo una ducha rápida, seco mi cabello y lo plancho antes de maquillarme. Finalmente me visto y le sonrío a mi reflejo en el espejo antes de salir de la habitación.

Busco mis botines de tacón y termino alistando la pañalera antes de guardar todo lo que ocupé de nuevo en mis maletas.

Salgo luego de ponerme algo de perfume, y al encontrarme en el pasillo con la niñera de Valeria le sonrío, pero ella me ignora olímpicamente yendo a la habitación de la niña.

— Este precioso está listo. —dice Giovanna y la miro enarcando una ceja.— ¿Qué pasa?

— La niñera de tu hija me ignoró. Veo que no el agrado.

Mi amiga se ríe y echa una rápida mirada hacia la habitación de la niña antes de acercarse a mi oído.

— Es que tiene un raro enamoramiento por Ruggero y se ha enterado que eres su mujer. Está desilusionada. Creyó que tenia chances con él.

— De ninguna manera. —aseguro peinando mi cabello.— Dame a mi niño, no quiero perder más tiempo.

Giovanna besa la mejilla de Austin y este se ríe antes de lanzarse a mis brazos.

Me despido de ambos agradeciéndoles por no contar nada de mi regreso anticipado. Y aunque Giovanna me ofrece llevarme su auto, no quiero.

Simplemente tomo un taxi que me deja en el hospital una media hora después.

4| El verde de sus ojos; QuédateWhere stories live. Discover now