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— Buenos días. —susurro al verlo aparecer por el pasillo.— ¿Cómo estás?

— Mucho mejor. Gracias.

— Eso es bueno, me preocupaste demasiado anoche. Ese no era el Eric Cumer que conozco.

— ¿Y qué me dices de ti? Si, hace unas hora hablamos de mi, pero dime tú. No eres la Karol que conozco.

Yo solo dejo el plato con comida frente a él y asiento completamente de acuerdo con lo que dice.

No soy esa Karol que siempre tiene una irónica respuesta a todo lo que dice. Sólo soy una estúpida.

— ¿Sabes? Ven aquí, dame un abrazo y sé el único en desearme un feliz año. —ordeno poniéndome de pie y él se ríe.

Nos damos un fuerte abrazo deseándonos lo mejor para este año nuevo.

Pero tomando en cuenta la manera en la que lo comenzamos, no creo que sea muy bueno.

— Gracias por todo, eres una excelente persona y aunque a veces te pasas de buena con quienes no lo merecemos, te adoro.

— Y yo te adoro más. —aseguró besando su mejilla.— Ven, desayunemos.

— ¿Desde cuándo sabes cocinar?

— Desde que Giovanna se casó y abandonó nuestra relación lésbica. —resumo haciendo un mohín.— Y si, la extraño demasiado.

— Pero si las he visto muy juntas desde que volviste, se aman.

— Si pero, es diferente ahora. —suspiro.— Desde que se casó, nuestras conversaciones no suelen ser tan largas como lo han sido siempre. Ahora ya no puedo acudir con ella cuando algo me sucede, la mayoría de las veces está lo suficientemente ocupada como para no poder atender mis tontos problemas. Ahora más que nunca la necesito, y duele un poco saber que estoy sola.

— Hey, no estás sola. —asegura sujetando mi mano.— Yo estoy contigo. Puedes contarme lo que quieras.

— No creo que sea una buena idea considerando como te sientes. —me río bebiendo un buen sorbo de jugo.— Solo dejemoslo pasar, voy a superarlo.

Él asiente guardando silencio y yo suspiro desviando mi mirada a Austin.

Creo que hablar respecto a lo que me atormenta solo hará esto más difícil de lo que ya es.

Le hice una promesa a mi hijo, prometí que esperaría a Ruggero a pesar de todo. Pero él me lo pone muy difícil yéndose con Cecilia a la primera.

¿Será que ella es en realidad la mujer que está destinada a él?

Es decir, a pesar de todo siempre vuelven el uno con el otro.

— Es Ruggero, ¿Verdad?

— Si te soy sincera, no sé cómo sentirme. —admito mirando mis manos.— Siento que esto que pasó con Josuet ha hecho que Ruggero vea esa parte de su vida que ha estado evitando.

— ¿A qué te refieres? Su hijo murió, ¿cómo puede pensar después de eso?

— Si, Josuet ya no está con nosotros. Pero eso ha hecho que Ruggero descubra quién en realidad es su verdadero amor.

— Okey, ahora entiendo menos.

— Es sencillo, Ruggero está deprimido, necesita de las personas que ama, y es lo que ha hecho. Buscó a la única persona que siempre ha necesitado.

— Estás aquí. —yo asiento sintiendo mis ojos arder.

— Porque yo no entro en su lista. La primera persona a la que Ruggero llamó no fui yo, fue Cecilia.

4| El verde de sus ojos; QuédateWhere stories live. Discover now