15

994 123 25
                                    

— ¿Es la última caja, Lalita?

— Si, Karol. La última. —susurra apenada y sonrío.— Voy a extrañarte.

—Yo también. —aseguró dejando la cinta sobre las cajas.— Pero, hey. Tu novio quiere una vida contigo, se irán a vivir juntos, mujer.

— De cualquier manera. —dice abrazándome.— Espero que te vaya muy bien.

— Muchas gracias. Espero lo mismo para ti.

Alejándome del abrazo voy hacia el armario y saco el pequeño regalo que tengo para ella. Hace unos días me enteré de su embarazo.

Y cuando ella se lo dijo a su novio este no dudó en pedirle que se vayan a vivir juntos. Me alegro por ella, comenzaba a sentirme mal por dejarla sola.

Saco la pulserita de la caja y ella sonríe tomándola en manos.

Es una pulsera de plata con un dije de angelito. Austin tiene una igual, y me encantan. Por eso compré una para el bebé de Lalita.

— Gracias. —susurra enternecida.— Es el primer regalo que mi hijo recibe.

—Me encanta ser la primera. —aseguro riendo.— Ahora ayúdame, tenemos que llevar todas estas cajas abajo para cuando el auto del aeropuerto venga.

Ella asiente y guarda la pulsera en su bolsillo antes de tomar las cajas moviéndolas para hacer espacio.

En total son treinta cajas de todos los tamaños, planeo llevarme todas mis cosas así que he estado casi una semana empacando.

Y si, lo he hecho sola porque digamos que mis amigas siguen teniendo una pequeña crisis.

Se niegan a dejarme ir. Y por lo que Pasquale me dijo, Giovanna ha tenido más de una crisis.

La amo, pero tengo que admitir que mi lugar ya no está aquí. Además, necesito reencontrarme con mi familia.

Extraño a mi madre, no puedo seguir ignorando la falta que le hace.

— ¿Qué hora es? —pregunto dejando una caja en el rincón de la sala.

— Las once y cincuenta. —avisa Lalita y asiento soltando mi cabello.— ¿Te vas ya?

— Si, le prometí a Antonella que llevaría a Austin a verlos para que se despidan de él. Por favor, ayúdame con el pequeño mientras me baño.

Ella asiente y va hacia la cocina en donde habíamos puesto a hervir agua con pétalos de rosa porque Lalita aseguró que todo bebé debe bañarse con esa agua al menos una vez en la vida.

Voy directo a la habitación y tomo la única parada de ropa que dejé suelta antes de adentrarme al baño.

Tomo una relajante ducha y me visto con velocidad, voy algo tarde.

Desenredo mi cabello, debido al tiempo no puedo secarlo por lo que solo sujeto unos mechones con una pinza para que no se abulte demasiado antes de maquillarme levemente.

Salgo en busca de mis zapatos y cuando estoy lista, voy hacia el baño de la que solía ser la casa de Giovanna en donde Lalita está bañando a Austin.

Este se ríe cuando sus pequeñas manitos tocan el agua. Pero cuando Lalita lo aleja lloriquea.

En definitiva ama bañarse.

Me encargo de vestirlo mientras ella prepara la pañalera, y exactamente media hora después abandono la casa.

Tomó un taxi que me lleva a la residencia Pasquarelli. No hace falta tocar cuando llego, desde el jardín, los sobrinos de Ruggero me ven y gritan que he llegado.

4| El verde de sus ojos; QuédateOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz