《Capitulo 26》Reinicio y liberación.

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Sábado. Luego de recibir la invitación a la boda, mis pensamientos giraban en torno a ello. La opresión en mi pecho se hacía presente, esa sensación de saber que en cualquier momento me quebrare en llanto me carcomía. Era como una granada que solo estaba esperando ser explotada. Pero no me encontraba seguro cuando ni como seria ese detonante.

Sábado y todavía seguía abrumado debido a todo, seguía pensando en el caso de Alexander y la casualidad que este traía con él, ni en un millón de años me vi aconsejando a alguien más sobre el único suceso en mi vida que no era lo suficientemente fuerte para hablarle. Pero tomaría nota y seguiría mi consejo al pie de la letra y visitaría a helena.

- No me odies por no haber ido antes. – Le dije a la nada, deseando que ella escuchara mis palabras.

Tomé las llaves de mi auto y me dirigí a un centro comercial para llevar un pequeño presente para los novios. No tenía ni la menor idea de que poder darles, sin duda alguna quería ayudarles en algo que fuera fundamental, a medida iba conduciendo observaba los autos pasar a gran velocidad a mi lado; sin embargo, yo mantenía prudencia por motivos que de sobra esta mencionarlos.

- ¡Apresúrate! – gritaron detrás de mí, sin embargo, no fui capaz de acelerar, mis manos se aferraron con fuerza al volante y respiré hondo para calmarme. El miedo de cobrar otra vida no se quitaba de mi cabeza.

Y por muy irónico que sonara, ya había encontrado el regalo para los novios. Les daría mi auto, este solo me recordaba a los momentos más horrendos que me había tocado pasar, yo podría usar otro medio para desplazarme. Luego pensaría en algo, pero en definitiva no quería seguir conduciendo, jamás.

A pesar de eso, seguí mi camino al centro comercial, quería de verdad distraerme. La soledad había sido mi mejor amiga después de mudarme a las afueras de la ciudad, ahora debía conducir más de una hora para llegar a la urbanización. Me adentré al estacionamiento y salí del auto una vez aparcado, los casquillos en mis oídos me hacían silenciar los ruidos de afuera, le di reproducir a la canción que previamente había dejado antes y mi corazón se encogió de tristeza.

"Dont dream its over" retumbaba en lo más fuerte de todo mi ser, dejé de caminar y quise controlar las lágrimas que amenazaban con salir. Y fallé en el intento.

- ¿Nathan? – alguien se había acercado a mí y había quitado uno de los casquillos de mi oreja, abrí mis ojos y mi corazón se quebró completamente. Puedo jurar que sus ojos brillaban con la misma intensidad, y su sonrisa deslumbraba hermosa como siempre...

- Helena... - dije en un pequeño susurro, tratando que mis palabras fueran ciertas.

Pero no fue así, unos brazos me rodearon y me sentí desfallecer. Esos brazos no eran aquellos finos y blanquecinos que tanto amaba, los que me rodeaban eran unos más regordetes y bronceados.

- ¡Qué bueno volver a verte! – Olivia gritó con verdadero entusiasmo y me sentí mal al no sentir nada más que decepción de verle.

De verdad pude ver a Helena saludándome...

- ¿Qué andas haciendo por acá? – Preguntó con una sonrisa en su rostro, me vi forzado a sonreír de vuelta y decidí hablar.

- Venía a distraerme un rato, ha pasado tiempo y quise pasar un rato para recordar viejos tiempos... - dije en un susurro sombrío, la canción había acabado y pude controlar las lágrimas antes que salieran de mí.

Olivia sonrió melancólica y me tomo del hombro.

- Ven conmigo entonces, hablemos un rato. – Y quizás fue la mejor decisión.

Las horas pasaron y el vacío se fue sustituyendo poco a poco, de cierta manera estar con ella le hacía poder enfrentar el dolor que había permanecido por mucho tiempo dentro de su corazón. Sentía que estaba enfrentando la muerte de su amada.

- No sabes cómo me ha ayudado hablar contigo, tenía tiempo sin poder desahogarme. – Nathan se sinceró mientras terminaba su café y su mirada se conectaba con la de ella.

Olivia sonrió débilmente y es que creyó en sus palabras con sinceridad, su físico había cambiado. Su cuerpo había adelgazado, sus grandes ojeras jamás habían estado tan notorias como ahora se encontraban. Y sus ojos simplemente no trasmitían ninguna emoción.

- Lo se Nathan, se puede notar. – Ella río un poco y lo contagió. – Puedes permanecer así más tiempo, sonriendo. Estás muy joven todavía, puedes salir adelante y construir un nuevo futuro.

Nathan asintió dándole la razón, sabía que la tenía, sin embargo todavía no se sentía listo.

- Lo tendré en mente, gracias. – y se prometió a si mismo de verdad intentarlo. 

Y sin pensarlo dos veces le pregunto.

- ¿Me acompañas al cementerio?

Olivia le observo atenta, sin dar a reflejar ninguna emoción que pudiera dañarle, poco a poco asintió.

- Vamos. 

Media hora después se encontraban cruzando el sombrío portón negro dándoles la entrada al cementerio. El corazón de Nathan crujió y se contuvo el aliento a medida entraba, el gélido aire de la tarde suspiraba entre sus cuerpos dando una nostálgica bienvenida.

- Es por aquí. – Sentenció Olivia mientras le empujaba suavemente, el ojos verdes se encontraba perdido entre sus recuerdos. Sonrió con melancolía.

Y sin necesidad que Olivia le dijera, supo al instante que ya estaban frente a la lápida, su corazón y los vellos erizados fueron la señal de ello. Y se acercó hasta ella dejando a la chica atrás, las lágrimas amenazaban con salir, pero aun así siguió su camino. Y todo dejo de doler.

Fue como un reinicio en el cual habló y se desahogó con ella como si todavía estuviese presente. Horas y horas pasaron y él le seguía hablando como cual fuera una persona normal y le contaba su diario vivir, a diferencia que ella estaba muerta.

- ¿Y sabes? Fue un chico llamado Alexander que me ha hecho venir a verte, tiene una historia tan parecida a la mía que me hizo darme cuenta que había hecho un mal al no venir a verte. Pero es que discúlpame enserio... - Nathan agachó la cabeza sintiendo vergüenza. – No tenía fuerzas para ver a quien mas había amado, tres metros bajo tierra. Nunca fui tan fuerte hasta que serlo, fue mi única opción.

Una suave brisa se sintió, y lo supo, supo que era ella la que cerca estaba. El chico levantó el rostro esperando ver algo fuera de lo normal, pero no sucedió. Solo se quedó estático sintiendo como esa suave brisa subía por su cuello, hasta su mejilla.

Y fue un suave susurro que le hizo reiniciar su vida como interruptor y dar por cerrada esa herida.

- "Te perdono". – Se escuchó y el chico rompió en llanto.

Lo supo, supo que desde ahí todo cambiaría y seguiría su vida con el recuerdo de Helena como una experiencia más. Pudo ser feliz nuevamente gracias a que un peso se había quitado de encima.

Helena le había perdonado. 

Amor de estrella fugaz (Fanfic de Nathan Sykes) ©Where stories live. Discover now