《Capítulo 15》En la noche como Marilyn Monroe

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Mientras tanto en el hogar de Helena, ahora ex hogar; las lágrimas y las palabras gritadas al cielo parecían ser en vano. Pareciera como si nada pudiera volver a ser como antes.

La madre de Helena lloraba su ausencia, aclamaba que ella regresara de nuevo a sus brazos y muriendo por la culpa se dio cuenta que, era ella la única que la había apartado de su lado. Que la decisión que había tomado era de lo más insensible y poco sensata, no tenía sentido haber actuado así, pero pareciera que ya nada podía revertirse.

Noches pasaban, y lágrimas caían. Y una familia de a poco se rompía.

- Mamá te haces daño, deja de hacerlo por favor. – Lisa se encontraba una vez más a su lado, arrodillada para hacerle cesar su llanto. - Te lo ruego por favor. - Pequeñas lágrimas caían de los ojos de su hija menor.

Lisa, era la restante para que todo se viniera abajo. Era la pequeña tablita que sostenía a las grandes cantidades de egoísmo, orgullo y engaños que la familia ahora tenía encima.

Las botellas se esparcían por doquier en la habitación, el mal aliento y el asqueroso hedor que surgía por el líquido en la botella; El asqueroso alcohol era la aliada perfecta de su madre desde que Helena se había ido.

- Vete de acá. - Sentenció con firmeza mientras tomaba aún más de su tercera botella en mano.

Lisa suspiró cansada ante la misma situación de siempre.

- No lo haré mamá, te estás haciendo mucho daño, sabes que... - La oración quedó en el aire mientras su madre se levantaba con furia en su sistema, desorbitada por las náuseas.

- ¡No estoy preguntando si me hace bien o mal! ¡Lárgate de una buena vez! - Escupió con furia mientras sus ojos se dilataban.

Lisa con todo el resentimiento acumulado dentro de ella habló.

- Lamento recordarte que la única culpable de esto eres tú. - Lisa poco a poco se iba alejando de ella. - La única culpable de tu propia desgracia eres tú, Madre.

A Lisa jamás le había ardido sus labios al decir esa palabra. Jamás había tenido algún sentimiento de rencor ante a alguna persona. Pero eso había cambiado al encontrar a la persona correcta para darle inicio a ese sentimiento. Y sumando puntos, jamás espero que esa persona sería su madre.

- ¿Qué he hecho? - Se reclamaba mentalmente mientras bebía de su cerveza nuevamente. - ¿Qué he hecho?...

Lisa corrió hasta su habitación mientras cerraba su puerta con fuerza. Los problemas sobrepasaban su límite de edad, la comida empezaba a faltar debido al mal uso de su irresponsable madre. Y su padre, bueno, había dejado de preguntar el día que se enteró que ni siquiera vivía en la ciudad, ya que se encontraba con su amante recorriendo el mundo.

Teniendo apenas dieciséis años de edad había perdido su virginidad tiempo atrás por ganar dinero y mantenerse. Y demás está decir que se había repetido constantemente por las últimas veinte noches con hombres diferentes.

Su refugio ahora solo era ese pequeño prostíbulo en el centro de la ciudad, cada noche lograba olvidar todo lo que le estaba cayendo encima, extrañaba a su hermana, necesitaba un apoyo que entendiera sus problemas, además que esto no era algo que se pudiera hablar con cualquier persona, no con sus amigas. Con nadie más que su hermana.

- Prometiste volver Helena... - Susurró mientras salía por su ventana a desgraciarse aún más la vida. Una lágrima cayó por su mejilla y con furia la limpió.

Por otro lado, en casa de Helena y Nathan. El ambiente era uno completamente diferente, sonrisas por doquier, abrazos y mucho cariño en el aire.

- ¿Te parece buena idea ir conmigo al concierto hoy? - El brillo en ambos chicos mostraba el entusiasmo que ambos trataban de esconder, pero que ambos no sabían ocultarlo.

Helena suspiró y asintió, a sabiendas que por fin había retomado ir a los conciertos, retomar la vida que llevaba antes de conocerla a ella, era cierto que cada medio existente solo hablaba de lo mismo. Del mal aspecto que el ojos verdes había tomado, que seguía faltando a sus conciertos, y que estaba echando su fama a perder.

Pero ya basta de eso, él había regresado.

- Claro que me encantaría. - Nathan caminó hacia ella mientras encendía un estéreo que casualmente se había empeñado en sonar canciones ochenteras.

Al estar completamente cerca Nathan tomó de las manos a Helena haciéndola girar y pegándola a su cuerpo mientras se movían al compás de la canción. En una melodía suave mientras bailaban al ritmo de ella.

Ella empezó a tararear la canción sabiéndola de memoria y cerró sus ojos mientras bailaba y movía sus pies. Nathan le observó fascinado al notar que su voz sonaba de lo más angelical. Era primera vez que le oía cantar.

- La conoces. - Sonrío con alegría al escucharla.

- Es uno de mis clásicos a escuchar cuando no estoy de humor. - Ella tomó sus mejillas y besó sus labios por la alegría retenida, avergonzándose un poco después de habérselo robado.

Helena río mientras seguía moviendo sus pies.

- Perdón. - Dijo entre risas.

- ¿Por robarme el corazón? No te preocupes, solo promete cuidarlo. - Ambos rieron y Nathan quedó maravillado al observar lo hermosa que era, tan natural y tan perfecta. Entonces empezó a cantar también.

- Hey now, hey now...- Tomó sus mejillas, capturando su mirada.

- Don't dream it's over... – Cantó capturando su atención.

- Hey now, hey now... - Cantó capturando su labio inferior en sus dientes.

- When the world comes in,

They'll come, they'll come

To build a wall between us.. - Cantó capturando sus labios en los suyos.

But we know they won't win. - Y terminó capturando por completo su corazón. 

Amor de estrella fugaz (Fanfic de Nathan Sykes) ©Where stories live. Discover now