《Capítulo 6 》 Un accidente imperfecto

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Helena corría sin rumbo fijo, sus piernas flaqueaban por la fuerza que estaban empleando; había decidido saltarse la siguiente jurándose a si misma no volver a faltar.

Todo por querer hablar en paz un momento con Nathan.

Ella no podía permitirse el lujo de aparecer en revistas, de ser alguien cuándo antes era nadie. Y menos de esa manera, ella no era una chica fácil, y con él no sería la excepción. No estaba tan segura de que pretendía, pero sabía que no le permitiría jugar con ella de ninguna manera.

A la distancia, ya en él estacionamiento, ella pudo ver un auto que ella conocía ahora perfectamente bien, camino hasta él a paso rápido antes qué se alejara completamente de la universidad, a corta distancia del auto, esté aceleró demasiado tomándole por sorpresa al llegar, él impacto cayó en sus piernas y la arrojó al suelo con fuerza.

Un alarido de dolor salió de su boca al sentir el ardor en sus piernas, se giró y observó que tenía su pantalón roto y la sangre salía de él.

Ardía horrores.

- ¡Helena por Dios! - Nathan soltó el volante asustándose de inmediato, salió del auto y corrió hacia ella.

Helena se encontraba en el suelo, intentó levantarse pero el dolor en su pierna le hizo volver a caer.

- Tranquilo, estoy bien. - Con bastante esfuerzo logró levantarse y tomó la mano que este le ofrecía.

- Helena lo siento, te juro que no te había visto venir, yo... yo... estaba distraído. - Nathan hablaba rápidamente angustiado. - Por favor tienes que creerme yo-yo... - Ella rio llena de nervios, claro que le dolía. Pero ver su semblante lleno de preocupación le había causado risa. - ¿Qué es tan gracioso Helena, ¿Estás bien?

Ella asintió mintiendo para no preocuparle. - Sí, lo estoy. - intentó levantarse nuevamente, pero el dolor seguía palpitando en su pierna, al igual que la sangre seguía corriendo de ella. - O quizás no.

Nathan se alarmó aún más, pero logró sostenerla de su cintura antes que cayera al suelo nuevamente. Su cerebro no lograba procesar lo ocurrido. Bajó su mirada al suelo y observó la placa ensangrentada, eso explicaba por qué tenía la herida. E igual él no iba a una velocidad tan prudente.

- Ven conmigo. - Antes que ella contestara, le tomó de su cintura y le subió a su auto.

En el camino Helena limpiaba las gotas de sangre que caían de su pierna, no quería mancharle el asiento de ellas. ¿Cómo se había hecho eso? Es decir, sólo había caído al suelo nada más.

- ¿Cómo pude haberme hecho esto? - Preguntó en voz alta.

Nathan quitó la mirada un segundo de la carretera para dirigírsela a ella.

- Al caerte te heriste con la placa del auto. - Explicó mientras volvía sus ojos a la carretera. - Revisa tus piernas, tócalas a ver sí te duele algo más, por favor. - La angustia en sus ojos reflejaba qué estaba realmente apenado y preocupado.

Ella le observó un segundo mientras bajaba sus manos a sus piernas, tocando con cuidado; pero solo la herida que era evidente era la única, no había otra más.

- Estaré bien. - Sentenció sintiendo él palpitante dolor en su rodilla.

A lo lejos se pudo observar un edificio blanco indicando que estaban cerca del hospital.

- Llegamos. - Nathan salió del auto corriendo hacía la puerta de Helena. - Ven.

Ella salió del auto con dificultad, Nathan pasó sus manos por su cintura, tomándole con fuerza para servirle de apoyo.

- ¿Te duele mucho? - Preguntó mientras se detenía debido a la expresión de dolor qué tenía en su rostro. - No digas nada mejor.

Ambos rieron, pero Helena se calló al instante al darse cuenta de lo que había hecho.

Nathan pasó sus manos debajo de sus rodillas y su espalda baja, cargándola adentrarse al hospital. La cargó como toda una princesa hasta llegar a la recepción. Helena solo se inmutó a ver su perfil y esos ojos verdes que le hipnotizaban tanto.

- Señorita necesito su ayuda, tengo una chica qué está herida. - Habló mientras enfermeros corrían hacia él con una camilla.

Agradeció por primera vez ser alguien con poder gracias a la fama.

En el rostro de Helena se pudo notar él miedo y la incertidumbre de no estar completamente segura de lo que ocurría.

- ¡Dios! - Nathan gritó con desesperación mientras le pegaba a un bote de basura qué estaba cerca.

Nadie dijo palabra alguna. Observaron curiosos pero nadie se dignó a decir algo debido a qué sabían de quién se trataba y no querían involucrarse en un mal rollo en la prensa.

Mientras Nathan tomaba asiento y enredaba su cabello entre sus manos, una enfermera se acercó a él, una señora de edad avanzada con un humeante vaso en mano.

- Tome, esto le relajará. - Él levantó su vista y posó sus manos en sus piernas. - Es un té.

Aturdido, pudo reaccionar segundos después y tomó el té qué le estaban ofreciendo. Sin importarle qué pudieron verterle algo encima.

Quizás de verdad le serviría.

- Gracias. - Contestó antes de beber de él.

Ella asintió sonriendo con ternura.

- Su novia estará bien. – Contestó posando su mano sobre su hombro, acto seguido sonrió y se marchó.

Su novia pensó, no sé inmutó en corregirle en qué solamente eran compañeros de salón. Es decir, ni siquiera llegaban a la etiqueta de ser amigos.

Pero se sentía realmente bien llamarle así.

Ese día no tenía presentación con los chicos, sólo las típicas prácticas qué, por este día, podían esperar. Una llamada entrante se reflejó en su teléfono dejando ver el nombre de Max en él.

- ¡Hola! - Se escuchó un alegre Max saludando del otro lado de la línea.

Nathan bufó ante su buen humor.

- No estoy para juegos. - Sentenció.

- ¿Qué sucede Sykes? - El qué antes era un enérgico Max, había cambiado a uno preocupado.

- Le he causado un accidente a Helena. - Dijo frotando su frente con impotencia. Qué estúpido había sido al estar viendo su móvil al mismo tiempo que conducía, pero es qué la noticia le había desencajado por completo.

Era lo que menos deseaba, meter a Helena en ese mundo de farándula, de hipocresía. No quería meterla en esa comunidad amarillista qué sólo perturbaban la paciencia del chico.

- ¿Sigues ahí?, ¿Hola? - Max seguía hablando, pero sinceramente Nathan no prestaba atención.

- No iré a practicar hoy. Debo irme. - Y colgó la llamada apagando su móvil para poder procesar todo lo qué había pasado.

Y decidió esperar el resto del día sentado a la espera de la chica. Su chica.

Amor de estrella fugaz (Fanfic de Nathan Sykes) ©Where stories live. Discover now