15.

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Mucho tiempo... Lo sé, pero es inevitable. Está pandemia me tiene en otras cosas y siento que trabajo el doble de lo que lo hacía cuando todo era normal☹️😭
Pero al fin vine y les traigo un capítulo 🤭👍💕
Disfruten...

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Pintaron las paredes del salón de color amarillo suave. Taemin lo llamaba color mantequilla. Minho tuvo que admitir que quedaba bien, pero aún mejor le sentaban a él los jeans ajustados. Minho pintaba con la mente en otra parte, en su fantasía favorita, hacer el amor con Taemin. O mejor aún, exactamente al revés. El deseo lo invadía, cálido y exigente. Taemin se inclinó sobre la pared doblándose por la cintura, muy cerca de su cuerpo.

—¡Maldita sea, Lee! —exclamó mientras los jeans se le ajustaban al poco, pero igual atrayente trasero del rubio—. Es decir, arrodíllate para hacer eso, vas a destrozarte la espalda. 

Aquel regaño sobresaltó a Taemin, que levantó la cabeza. Fue un error táctico si lo que pretendía era conservar intacto su corazón. Choi, con más pintura en la ropa de la que había en la pared, no se había peinado esa mañana y estaba más atractivo que una estrella de televisión o cine. Y esperaba de él sarcasmo y buen humor, podía adivinarlo por la expresión de su mentón. Lee Taemin guiñó un ojo, se sentó en el suelo y le preguntó.

—¿Estudiaste medicina antes de ir a la facultad de derecho o después? 

—Al mismo tiempo —replicó Choi—. Y también salvaba perros, proporcionaba consejos legales gratis y daba clases los domingos.

Ambos se echaron a reír. Luego Minho inclinó la cabeza para dejar que la pintura resbalara por su oreja, soltó el rodillo y lo pisó sin querer, tambaleándose y yendo a caer con un brazo dentro del cubo de la pintura. Los dos volvieron a reír a carcajadas. 

Pasaron la mayor parte del día riendo, haciendo realidad el sueño de Taemin mientras Choi se resistía a la tentación de abalanzarse sobre él para acariciarlo y besarlo. 

—Bueno, y ahora que ya hemos pintado las paredes del salón, ¿no crees que el resto de las habitaciones resultan un poco descoloridas? —preguntó Minho. 

Choi Minho limpió las gotas de pintura que habían caído sobre las ventanas mientras Minhyuk dormía y Taemin se dirigía a unas tiendas a comprar telas, relleno para hacer cojines, una lámpara, una linterna y un juego de destornilladores. Ya que pretendía finalmente revisar el motor del auto. 

—Estupendo —comentó Minho. Eso le permitiría pasar más tiempo con el bebé. 

Por la tarde, tras la comida del bebé, Taemin cosió los cojines nuevos del sofá y los rellenó. La habitación cambió de inmediato, resultando más bonita y acogedora. 

El rubio conocía la diferencia entre una casa y un hogar, y gracias a él Minho había 
aprendido a apreciar la ropa limpia y planchada, guardada en su lugar, y las comidas hechas en casa en lugar de traídas de un restaurante.

Minho sabía muy bien quién era el responsable de todos aquellos cambios, y también sabía que por su parte era incapaz de hacerlo todo solo. Era evidente que necesitaba a una persona como el menor, que conociera los misterios de la vida que a su pesar se le escapaban, los estados de ánimo de un bebé, que supiera de estética y de sentimientos. 

¿Cómo era posible que nunca se hubiera dado cuenta de que la vida era algo más que trabajo? ¿cómo era posible que nunca hubiera comprendido que para criar a un niño hacía falta algo más que dinero y jugar con él?, se preguntó molesto consigo mismo. 

Un Chico EnigmáticoWhere stories live. Discover now