Rostro angelical, carácter del demonio (Tauro x Leo)

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Rostro angelical, carácter del demonio - Parte Única 

Tauro Mujer y Leo Hombre

—Te lo digo, no es un buen chico.

Miro a su madre y luego a su padre. Negó con la cabeza.

—Ustedes, los dos, no tienen ni idea de como es Leo.

—Tauro, no ahora, no seas testaruda, es un delincuente —chilló su madre. Tauro rodó los ojos al cielo y su padre resopló.

—No hagas eso, tu madre tiene razón, es un delincuente.

—No lo conocen, ustedes no lo conocen —gruñó la chica.

—¡Tiene tatuajes! ¡Piercing! Y vaya uno a saber a que cosas es adicto, sin contar, por supuesto, las enfermedades sexuales —habló su madre haciendo una mueca de repulsión, incluso exagero un escalofrío. Tauro volvió a rodar los ojos.

—Sí, tiene tatuajes y piercings en lugares que no se imaginan...

—¡Tauro! —gritó su padre horrorizado.

—Pero no tiene enfermedades sexuales, ni adicciones —aseguró la chica queriendo mantener la calma para no comenzar a gritarle a sus padres. Sabía que su decisión les afectaba muchísimo, pero era su decisión y no iba a cambiar por el hecho de que sus padres no puedan ver más allá de sus creencias radicales.

—¿Cómo estás tan segura?

—¿Cómo estoy segura? Yo misma hice sus exámenes médicos, y a diferencia de ustedes dos, él solo es adicto a una cosa; a mí—respondió. Su madre se sonrojo avergonzada, alzó una ceja—. ¿Qué? ¿Te da vergüenza hablar de tu adicción a los calmantes? ¿Y tú? ¿Piensas que no sé que tomas una o dos botellas de vino todas las noches para poder dormir? —preguntó, después suspiró—, ¡Son dos hipócritas! Se creen mejores que los demás solo porque tiene dinero, pues ¡el dinero solo hace que consigan sus mierdas más rápido! —gritó Tauro levantándose del sofá. La rabia viajaba muy rápido por su cuerpo, casi de manera incontrolable.

El timbre de la casa sonó. Tauro miró a la puerta sabiendo quien era. Seguramente Leo la había escuchado gritar. Respiró hondo y tomó su maleta, la única cosa que iba a necesitar en su nueva vida.

—¿Realmente crees que te ama? ¡Solo quiere nuestro dinero, niña! ¡Te dejará en el momento que dejemos de depositar dinero en tu tarjeta! —gritó su padre. Pero ella lo ignoró.

No lo conocen, se repitió como un mantra mientras salía de la sala y se encaminaba a la puerta. Pudo escuchar el llanto escandalizado de su madre, pero no se detuvo. Una mejor vida la esperaba al otro lado de la puerta.

—Y para su información, me voy a casar con él —dijo antes de salir de la casa de sus padres.

Leo la miro preocupado, pues su chica estaba con lágrimas en los ojos, pero con la mandíbula apretada, sus nudillos blancos y su paso firme, estaba rabiosa y triste. La abrazó cuando la alcanzó.

—Vámonos.

—Sí, amor.

Leo paso un brazo por arriba de sus hombros y la abrazó de manera protectora. Él era su lugar seguro, era su hogar, su hombro para llorar, el hombre que la hacía sonreír incluso cuando estaba de malhumor, el hombre que la hacia gritar en la cama, Leo era suyo, y ella era de él, lo sabía, estaba segura y no se trataba de ser terca, lo podía sentir en sus huesos cuando pensaba en él.

...

—¡Leo!

—¿¡Qué!?

—¡Tengo hambre!

Get Wild #Zodiaco #EspecialWhere stories live. Discover now