Mi mejor amigo (Géminis x Libra)

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Mi mejor amigo - Parte Única

Géminis Mujer y Libra Hombre

Mis ojos estaban sobre ella en todo momento, en cada movimiento que hacía mientras reunía sus cosas esparcidas por alrededor de la casa y las empacaba en sus cajas y maletas. Tragué duro al sentir como mi corazón se agrietaba otro poco en mi pecho.

—¿Es el fin, cierto? —pregunté, mi voz ronca, dolida de tanto sufrimiento. Géminis quedó estática en su lugar, sus brazos a medio camino de tomar el jarrón que había heredado de su abuelo, irónico, iba a extrañar ver ese maldito horrendo jarrón en la estantería de la sala.

—Libra, por favor —murmuro, no me miraba, estaba avergonzada, pero me daba igual, yo estaba roto.

—¿Por favor qué? ¿Por favor me calló? ¿O por favor me voy y te dejo empacar todo sin que te molesté mi presencia? —pregunté cruzándome de brazos, una pequeña oleada de furia atravesó mi cuerpo, esa furia momentánea era lo único que me mantenía en pie en este momento, era lo único que me permitía seguir respirando.

—Por favor no seas dañino —murmuro, todavía sin mirarme, todavía sin admitir lo que me había hecho de un día para el otro. Reí sin ganas, sonó más a un jadeo agónico que a una risa entretenida.

—Es un poco demasiado que me pidas que no sea dañino mientras te veo empacar todas tus cosas frente a mí para que luego las lleves a la casa que compartirás con él —hablé de manera resignada. Géminis chasqueó la lengua.

—Lo amo —repitió, casi como si se estuviera convenciendo a sí misma, en vez de a mí.

—Lo dijiste antes, ¡deja de repetirlo como si fuera la única respuesta que tengo derecho a recibir! —alcé la voz.

—¿Qué carajos quieres que te diga? ¿Eh? ¿Qué quieres de mí? —gritó dándose la vuelta, olvidándose del jarrón y de mantener una postura tranquila, apreté mis labios al ver sus ojos cristalinos.

—¡La maldita verdad! —grité sintiendo mis propios ojos volviéndose acuosos, estaba a punto de llorar, otra vez—. ¡Siempre he querido la verdad!

—¡La verdad es que lo amo! —gritó agitando sus brazos en el aire como si ese gesto le diera énfasis y realidad a sus palabras.

—¡Eso ya lo dijiste! Pero nunca dijiste desde cuándo, cómo y por qué, nunca dijiste nada hasta que un día me sentaste en ese sillón detrás tuyo y me dijiste que estabas enamorada de otro hombre —hablé notando la primera lágrima caer, pronto le seguirían las demás—. Nunca diste explicaciones, simplemente me dijiste que lo amabas a él, a mi mejor amigo —agregué retrocediendo como si hubiera recibido un disparo, y es que así se sentía decir aquellas palabras.

Géminis cerró los ojos con fuerza, respirando con pesadez, ella también estaba llorando, pero no era ella quien tenía el corazón hecho trizas, no era ella quien probablemente nunca se recupere de esta traición, no era ella quien no volvería a confiar otra vez en cualquier persona, no era ella quien iba a llorar por horas en la oscuridad de la habitación deseando que la realidad sea solo una fea pesadilla de una noche de invierno, no era ella quien se quedaba destruido en miles de pedazos que si alguna vez, con un poco de suerte, se podía volver a construir, aun faltarían pedazos que serían vacíos por siempre.

—Yo... —su voz se quebró y no pudo continuar. Se sentó en el sofá detrás de ella y se llevó las manos a la cabeza, como si la situación fuera demasiado para ella—. Nunca espere esto de ti ¿sabes? Creí que lo entenderías, creí que querías mi felicidad, creí que querías su felicidad —agregó cuando pudo recuperarse.

Cerré los ojos mientras soltaba una pequeña carcajada sin gracia. Negué con la cabeza y limpié mis mejillas.

—¿Creíste que era lo suficientemente bueno para aguantar que tú y mi mejor amigo me engañaran a mis espaldas? ¿Creíste que era lo suficientemente bueno para desearles la mayor de las felicidades mientras yo quedaba hecho pedazos? ¿Creíste que les dejaría arrancarme pedazos de mi corazón sin mi permiso y todavía no guardarles rencor? —pregunté apretando mi mandíbula para no gritar, ella me miró, sus ojos verdes destilando vergüenza—. Lo siento cariño, pero nunca fui tan bueno, y tal vez es por eso que ahora lo prefieras a él, no sé si tiene cosas que a mí me faltan y tú necesitas, pero sí sé que ambos me traicionaron jurándose amor a mis espaldas y eso no se los voy a perdonar nunca, porque el daño que me causaron no se quita en una o dos semanas, ni en un mes o tres, probablemente quedé en mis recuerdos y marcado en mi piel por toda mi vida —tragué saliva—, ni siquiera es el hecho de que se amen, es el hecho de que ninguno pensó en mi al momento de traicionarme, ninguno de los dos, siendo las personas más importantes de mi vida, siendo las personas en las que siempre pienso primero, las personas que siempre quise a mi lado y por las quedaría todo de mí, irónico, porque también les di mi corazón y sin darme cuenta lo machacaron, juntos —hablé negando con la cabeza mientras la veía llorar desconsoladamente.

—Basta, basta, por favor, para —murmuro.

—¿Por qué? ¿Te molesta mi tormento? ¡Lo hubieras pensado antes de traicionarme de la manera más vil posible! —grité, otra oleada de ira me sacudió, levanté mi puño por impulso y golpeé la pared detrás de mí. Gruñí de dolor, un poco del físico y otro poco del emocional.

—¡Yo lo amo! ¡Y no me arrepiento de eso! ¡Sí, te traicionamos! Pero no me pidas que me arrepienta de eso cuando el resultado es una vida con él, una vida entera al lado del amor de mi vida, sí, resultaste ser la consecuencia, pero discúlpame si no me arrepiento ni un poco —confesó alzando la voz mientras se levantaba de un salto del sillón.

Sonreí con tristeza, escucharle decir las palabras que ya sabía era más doloroso, más dañino que antes. Tragué saliva bajando la mirada a mi nudillo sangrante. Así que sí, este era el final. La miré, ella era la mujer por la que hubiera entregado mi vida, ella era la persona que más amaba en el mundo y en un abrir y cerrar de ojos decidió pisar mi corazón con tal de llegar a él, mi mejor amigo. Y de un día para el otro me quitaron la venda de los ojos y me encontré con que mi realidad, cual yo creía que era perfecta, resultó ser una porquería, donde mi novia y mi mejor amigo se veían a escondidas, pero que incluso cuando él venía a cenar a casa, ellos se quedaban charlando después de cenar mientras yo me iba la cama porque mañana tendría que levantarme temprano. Respiré hondo, mi pecho apretaba, mis pulmones dolían, mi garganta estaba llena de piedras, mis ojos ardían y mi cabeza estaba a punto de estallar, estaba colapsando y no tenía a nadie que lo detuviera.

—Entonces vete toma todas tus cosas de una vez por todas y vete de aquí, vete con él, se feliz con él, sean felices juntos, vivan un cuento de hadas digno de ustedes, y por favor, no dejes nada, porque lo tirare, no me llames, ninguno, ni mañana, ni nunca más, no me busquen, ni siquiera me piensen —hablé, me di la vuelta, completamente resignado y roto—. Ah, y por favor, nunca se arrepientan de haber traicionado a la única persona que los amaba tanto que dejo que lo destruyeran para que pudieran ser felices —agregué antes de entrar a mi habitación, dejando atrás mi antigua vida. 

Get Wild #Zodiaco #EspecialWhere stories live. Discover now