Apuestas Peligrosas (Leo x Piscis)

1.1K 25 2
                                    

Apuestas Peligrosas - Parte 1

Leo Hombre y Piscis Hombre


La apuesta de Piscis.

Cerró los ojos y se dejó llevar.

Era la primera vez que besaba a un hombre, era la primera vez que le gustaba uno, y era la primera vez que un hombre le provocaba una erección. Su lengua se enredaba en una guerra con el otro mientras este creaba una fricción deliciosa entre ambos. Jadeó. Era tan placentero, tan placentero.

Perfecto, casi. Casi se dejaba llevar por la lujuria por completo, pero lo recordó. A tiempo, maldita sea.

—No —apartó al hombre de un empujón. El castaño frunció el ceño, ¿y ahora qué?

—¿Qué pasa?

—Lo siento, pero ya está bien con solo el beso.

—¿Disculpa? ¿Pretendes irte y dejarme con una erección? —preguntó él otro alzando una ceja.

Piscis quiso abofetearse ahí mismo, jamás se le ocurrió que todo aquello pasaría, era solo un beso, él tenía que darle un beso a un hombre y punto. Pero no, él tenía que llevar las cosas a tales extremos que terminó provocando no solo una erección, sino dos, a un desconocido y a él mismo. Diablos, ¿y ahora que mierda hacía? Quería huir de ahí, aunque su cuerpo quería quedarse y explorar esa opción a fondo, muy a fondo.

—Lo siento, lo siento mucho, en serio, yo solo debía besar a un hombre no acostarme con él —se excusó separándose un poco más de aquel muchacho.

Leo miró al otro perplejo, ¿es qué acaso ese día iba a ser tan malo? ¿En serio? A penas despertó se dio cuenta que no solo llegaba tarde a su trabajo, sino que también estaba lloviendo, y joder, su auto se había roto y estaba en el taller, así que tendría que pedirse un taxi porque era demasiado tarde para ir en metro. Cuando se entró a bañar maldijo una y mil veces, su odiosa hermana le había dejado sin agua caliente y debía bañarse con agua fría no, helada. Luego de vestirse mientras tiritaba del frío fue a la cocina por algo rápido que comer, ahí notó que se había olvidado de hacer la compra el día anterior y lo único que tenía para comer era un yogur vencido por la mitad, seguramente su hermana se había comido lo que faltaba. Lo comió en dos bocados mientras se hacía una nota mental de que debía tomar algo para el posible dolor de estómago más tarde. Lo cual se olvidó y a media mañana se sentía tan mal que tuvo que abandonar una reunión importante para correr al baño, y ni siquiera llegó a tiempo, se cagó en sus pantalones. Luego tuvo que no solo comprar unos pantalones, sino que humillarse frente a su secretaria, quien no disimulo para nada su diversión. Tomó la medicina indicada, se sintió mejor, pero no duro mucho, su primo le recordó la reunión con sus antiguos compañeros de universidad, su día empeoraba a medida que las horas pasaban. Así que cuando llegó al bar, y decidió tomar hasta olvidar por completo el regaño de su padre al enterarse que perdió la firma de un contrato con los japoneses por andar cagándose, él realmente no tenía pensado fijarse en el bonito chico de mejillas rosadas, porque si otra cosa le había reclamado su padre era que es homosexual, pero lo peor era que no estaba en pareja estable desde hacía años, y su madre quería un nieto, con urgencia. Pero la cosa es que no se esperaba eso, no se esperaba que el chico bonito sea gay y aceptará bailar con él, ni mucho menos cuando lo llevó a un rincón del bar y lo beso, para ese punto creyó, iluso de él, que su día iba a terminar mucho mejor de lo que comenzó.

—Dijiste, ¿una apuesta? ¿No te enseñaron que no se apuesta si involucra o posiblemente perjudique a otro? ¿Acaso eres un niño? ¿Qué edad tienes?

¡Si era menor de edad se cortaría el nepe! No había hecho nada malo en realidad, pero quería hacer todo tipo de cosas malas con el chico bonito, del cual ni sabía el nombre ni la edad, solo sabía que besaba como los dioses y su erección lo respaldaba.

—¡Soy mayor de edad! ¿Cómo estaría en un club si no lo fuera? —preguntó Piscis indignado mientras se cruzaba de brazos.

Ahora que se daba cuenta se encontraban bastante lejos de la multitud, miró para todos lados. Diablos, lo había guiado a uno de esos apartados que jamás pensó en usar, y mucho menos con hombre. Leo no supo si reír, o llorar. Estaba tan frustrado, impotente y molesto, quería golpear a alguien y desquitarse a puñetazos, pero no pensaba lastimar al chico bonito, su rostro era demasiado bonito, delicado y perfecto como hacerlo. Sonrió de lado.

—Así que una apuesta ¿eh? ¿Y ganaste? —le preguntó Leo relativamente curioso.

—Eso espero, no meto mi lengua en la boca de los hombres todos los días —habló, aunque lo último lo pensó. Eso no debió salir de mi boca.

—Así que ni siquiera eres gay —concluyó Leo sintiéndose aún más indignado que antes, genial, fue utilizado por un chico bonito que estaba apostando dios sabe qué mierda y todavía ni siquiera sabe si gano, pero él sí que ganó una dolorosa erección, digo, lección.

—Lo siento —se disculpó una vez más, estaba tan avergonzado, pero no arrepentido y mucho menos se le había bajado la calentura, solo esperaba que una cosa haya resultado bien; ganar la apuesta.

Ahora que lo pensaba, ni siquiera era la apuesta de su vida. Suspiró. Tendría que buscar a su amiga entre la multitud, esperando que este vida y no tan borracha para poder llevarla a casa sin que se le caiga en medio de la carretera. Eran estos pensamientos que lo hacían odiar su decisión de comprarse una motocicleta.

—No te disculpes más, al menos espero que hayas disfrutado el beso, aunque puedo notar que lo disfrutaste mucho —mencionó Leo bajando la vista hasta la erección del chico bonito quien se sonrojo aún más. Diablos, eso lo encendía incluso más—. Mejor me voy, o me aprovecharé de ti —agregó haciendo el ademán de darse la vuelta.

—Puedes aprovecharte de mí.

Get Wild #Zodiaco #EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora