- Lo entiendes ¿No? - volví a abrir los ojos con lentitud y le miré sumido en un intenso silencio, aferrándome el brazo izquierdo con la mano derecha. Me sentía de repente tan indefenso, tan niño, tan… estúpido. Y Jeno sonreía levemente, sin excesiva malicia, incluso parecía un tanto molesto, cansado, disgustado. Parecía no hacerle gracia el asunto, no le parecía divertido… o eso creía yo, esperanzado de manera ingenua. - ¿Cómo explicarlo? - extendió los brazos haciendo un gesto de obviedad, sonriente. - Creo que desde un principio ya te hiciste la idea de que no era una persona fácil de manejar, no tuviste cuidado y acabaste sumiso, totalmente a mi merced, de mi propiedad, dispuesto a dejarte hacer de todo como a una puta bien cobrada. - ladeó la cabeza, acariciándose el cuello con una mano expresando total indiferencia. - Y resulta que eso me encanta. - me miró con tanta lascivia que sentí las piernas aflojárseme, pero me mantuve en pie y alcé la mirada por fin, entrecerrando los ojos en un arranque de valor, mirándole a la cara.

- Si te refieres a que me has follado como te ha dado la gana y las veces que te han dado la gana, sí, lo has hecho. ¿Y qué? A mí me gustaba y no me arrepiento de nada. - hablé, sintiéndome otra vez seguro. Yo no era menos que él. Si quería juego, iba a tener juego. Lo que tenía claro es que algo no cuadraba. De un día para otro Jeno no podía pasar de mi culo así como así, volver al principio después de tantos avances, de sus sonrisas y sus caricias amables. Algo pasa, no soy estúpido. Pero sus ojos no me dejan ver más allá de sus ganas de hacer daño, de jugar conmigo.

- ¿Quién está hablando de arrepentirse? Ha sido fantástico, mucho más excitante, brutal, sucio y mojado que tirarse a cualquier puta, por muy guarra que sea.

- ¿Pero? - Jeno ensanchó la sonrisa, divertido por mi estado de alerta.

- Sólo has sido un juego. - abrí los ojos de par en par, sorprendido por la generalización de la respuesta y su significado. Sentí un torbellino que se instaló en mi pecho, contando una marcha atrás hacia mi desesperación y un agujero negro de confusión en mi cabeza. Parpadeé varias veces, sin capacidad para comprender todo lo que esa afirmación conllevaba y clavé la mirada en su pecho, desconcertado.

- ¿Qué? ¿¡Qué mierda quieres decir con eso!?

- No te exasperes, Muñeco - se rió.

- ¿¡Que no me exaspere!? ¡¿Pero tú eres imbécil o te haces?! - tanto secretismo, el vaso que se había llenado a lo largo de la semana empezaba a desbordarse y con él, mis nervios. Di varios pasos al frente, hacia él que se apoyó con engreísmo contra el filo del lavamanos y me miró por encima del hombro. Tenía la tentación de agarrarlo del cuello y estrujarlo con fuerza. - Llevo una puta semana detrás de tu jodido culo de  creído de mierda y tú pasas de mí como de la mierda y encima me sueltas borderias sin sentido. Me abandonas en una cama a la suerte, no me hablas, no me tocas, no me miras, ¡No me coges! ¡Y todo eso de la noche a la mañana! - Jeno sonrió.

- Si querías que te cogiera solo tenías que pedirlo. - sus ojos brillaron con malicia. Le di un fuerte empujón hacia atrás con el puño cerrado.

- ¡Deja de jugar! ¿¡Es que acaso soy el único de los dos que se lo toma en serio!?

- Sí… - el histerismo me podía por momentos y el oír ese último comentario, dicho con toda la frialdad e indiferencia del mundo, cerré los ojos unos segundos y tomé aire, intentando tranquilizarme en vano. - He jugado contigo desde el principio. Probablemente todo lo que te halla dicho hasta ahora habrá sido mentira. No me gustas, no te quiero y mucho menos te amo. Sólo te he cogido y me he divertido jugando al sin sentido de tu vida diaria. Si tú te has quedado enganchado por mí, es tu problema. ¿Lo captas mejor así? - me quedé observándole con la boca abierta, totalmente estupefacto ante sus palabras. Unas palabras que jamás había pensado que acabarían saliendo de su boca, al menos no así, no después de todo lo que habíamos pasado juntos.

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Where stories live. Discover now