#18

5.3K 474 135
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.









Inspira, expira, inspira, expira, inspira, expira… ¿Estás preparado, Jaemin?... No, no lo estás, ¡Corre antes de que sea demasiado tarde, estúpido! ¡Abre la puerta del auto y tírate a la carretera, aún estás a tiempo! Con un poco de suerte, cosa que no tengo, igual no me rompo las dos piernas y puedo seguir andando en bici… a no, que no se andar en bici. ¡Tírate ya, joder!

- ¿Qué pasa? ¿Algún chico bueno al otro lado de la ventana? - le dirigí una mirada nada simpática a Jeno, por no meterle una hostia.

- Pues igual sí, ¿Por qué? - curvó la boca en esa asquerosa sonrisa irritante y perfecta que tenía. A ver, ¿No se suponía que era un maldito delincuente? ¿Por qué tenía los dientes tan bonitos y perfectos? Diría que dinero tendría poco si en su casa reinaban una marabunta de cucarachas y ratas asesinas que habían intentado comerse a su perra Guetti (Pobrecita) como para pagarse un dentista y cuatro años de aparato, (A no ser que hubiera robado el dinero, cosa que no me extrañaría para nada) además, ¿No se suponía que de peleas y puñetazos o cosas así se caían? Arg… me sacaba de quicio. ¿Cómo era posible que sea perfecto?

- No intentes hacerme enojar otra vez. Los dos sabemos que el único chico que te gusta soy yo. - sentí un ligero tic en el ojo y me crucé de brazos en el asiento, refunfuñando.

- Si tanto me gustas, ¿Por qué te mando a la mierda, Jeno?

- Eres un orgulloso. En realidad, estás loco por mí. - bufé. Sería creído de mierda, prepotente, estúpido enfermo y… y… ¡Lo peor de todo era que tenía razón! Y no entendía porque. Jeno era un imbécil, un creído asqueroso, de la clase de chicos que odiaba desde que era consciente pero, por casualidades de la vida, debía admitir que… mierda, me gustaba. Quizás porque era mi hermano y el morbo de lo prohibido no lo hacía desaparecer nadie.

- ¡No! - me hundí en el asiento en cuanto divisé la universidad a escasos segundos y estuve a punto de abrir la puerta del copiloto y tirarme, a punto, pero en el último momento, noté como Jeno empezaba a ir más despacio y me agarraba del brazo, evitando mi huida.

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora