#38

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Sentí sus manos aferrarse con fuerza a mis glúteos, clavando los dedos en ellos, manoseándolos, abriéndomelos bien mientras me penetraba. Empecé a jadear entre dientes.

- Jaemin... eres realmente sucio... - me palmeó el trasero con suavidad cuando me penetró entero, despacio. Sentía perfectamente como me calaba por dentro su pre-semen, hasta el fondo y su pelvis chocaba contra mí, buscando más profundidad. - Uhm... - Jeno gruñó, alzando la cabeza hacia arriba. Las gotitas de sudor descendían por su cuello dibujando caminos entre sus perfectos pectorales. Deseé estar frente a él para poder lamérselos y morderlos. Definitivamente, me había convertido en un maricón rematado.

- Jeno, ahora... cógeme... juega duro conmigo... - posó la mano sobre mi cabeza y de un empujón brusco, me obligó a pegarla sobre la mesa, revolviéndome el pelo, apretándolo entre sus dedos.

- Creo que nunca voy a entender... hum... como puedes ponerte como una perra en celo cuando te doy por detrás. - noté perfectamente como me la sacaba y como volvía a entrar con mucha más fuerza que en la primera estocada. Entreabrí la boca, dejando escapar los berridos que no era capaz de contener cuando empezó a hacérmelo con fuerza, tirando de mí agarrándome por la cintura, impulsándome hacia delante por la fuerza de las embestidas. Mi pene se rozaba contra la fría mesa, haciéndome sentir una mezcla de dolor y placer que me volvía loco, que simplemente me mantenía en el límite, apunto de correrme, empapándome por completo de mi propia esencia el abdomen. Jeno me revolvía el pelo sin parar, dándome leves tirones cuando mi cuerpo vibraba. El ruido de la mesa moviéndose bruscamente y mis propios gemidos me impedían oír bien sus excitantes jadeos y gritos roncos. Tuve que cerrar los ojos y apretar los dientes, tragándome el enorme placer, el gran borbotón de semen que se me acumulaba en la punta del miembro, a tres embestidas de estallar. Jeno lo sabía. Se me tiró encima como un animal, recostando su espalda por completo sobre la mía y soltándome el pelo, me agarró el culo, aplastando su pelvis sudorosa contra mi trasero, clavándomela hasta el fondo.

- ¡Aaah...! ¡Jeno, por favor, más, más fuerte! ¡Reviéntame ya! ¡No puedo más! ¡Ah! - noté su mano en mi culo, apretándome las nalgas alrededor de la penetración, haciéndola más estrecha. Gimió.

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Där berättelser lever. Upptäck nu