Te iba a llamar

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La noche anterior había sido una auténtica montaña rusa emocional, tanto para Alba como para Natalia.

La cantante empezó la tarde tremendamente nerviosa, siempre le pasaba cuando tenía que hacer alguna aparición pública de ese tipo. Después de un rato, como siempre, había logrado calmarse y prepararse para lo que podía ocurrir aquella noche. Se había sentido muy feliz al ver a Alba charlando animadamente con sus padres y viéndola disfrutar de la gala. Había salido de aquel pabellón terriblemente agradecida, pese a no haber ganado nada, porque realmente no sentía que necesitara nada más de lo que ya tenía. Y después de un rato de risas viendo a la rubia indignada por sus no-premios, se sintió decepcionada al ver cómo Alba asumía que ella necisataba que la alabasen para sentirse realizada. Eso no le habia gustado nada.

Por su parte, Alba se había puesto más nerviosa de lo que recordaba haber estado nunca, pero como siempre, la simple caricia de Natalia sobre su mano lograba calmarla. No sabría explicar la emoción que sintió al verla cantar en aquel escenario. Estaba tremendamente orgullosa de ella y de poder disfrutar de todo aquello a su lado. Salió enfadada, si, pero no con Natalia, sino con el poco criterio musical de quienes habían decidido quién debía ganar esos dos premios, porque para ella no había duda de que Natalia debería haber sido la ganadora. Y cuando su indignación, propia de la admiración más absoluta, dio paso al enfado de la navarra, malinterpretando sus palabras completamente y jugando sucio al sacar temas que no venían a cuento, la invadió la tristeza.

Así que ninguna de las dos durmió mucho ni muy bien esa noche.

La mañana aterrizó en la habitación de Alba cuando la luz irrumpió a través de la ventana, mientras ella la miraba de reojo, viendo cómo las cortinas dejaban pasar esa luz. No era la idea que tenía de ver amanecer, la verdad.

Se levantó tediosamente y caminó sin muchas ganas hasta la cocina, donde se encontró los restos de unas copas que probablemente tomarían Julia y Carlos al volver la noche anterior.

- Qué bien... - farfulló con desgana. Al volver a casa ni se había parado a pensar en que podían estar allí y no le apetecía mucho ver un espectáculo de cariños y arrumacos entre la pareja en aquel momento. Tarde.

Escuchó unas risas acercarse por el pasillo y cogió aire para intentar tranquilizarse, al fin y al cabo, ellos no tenían ninguna culpa de lo que había pasado.

- ¡COÑO! - gritó Julia al verla sentada en la mesa de la cocina - ¡Alba joder qué susto!

- Buenos días a ti también.

- No sabía que estabas aquí... - dijo llevándose la mano al pecho y notando su corazón latir desbocado.

- Ya, lo siento por asustarte, hola Carlos.

- Hola Alba - respondió el chico dedicándole una sonrisa amable.

- ¿Está Natalia? - preguntó Julia al notar en el tono de la rubia que algo no iba bien.

- No.

- ¿Y dónde está?

- No sé, en su casa, supongo.

- Voy al baño - dijo Carlos huyendo de aquella zona que parecía que iba a arder en llamas en cualquier momento y refugiándose en la seguridad de la ducha.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Julia sentándose a su lado.

- Pues que es una niñata.

- ¿Habéis discutido?

- Se enfadó porque entendió mal mis palabras. No, no entendió mal, no quiso entenderlas. Le dije que merecía ganar esos premios, y que yo sabía que a ella también le gustaba que aplaudieran su trabajo, y se lo tomó a malas, como si la estuviera llamando egocéntrica.

¿Me das fuego? // ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora