- Eso. - Suspiró, de repente, con muestra de resignación y me soltó, dejándome moverme libremente bajo su cuerpo. Me incliné sobre la cama, hacia abajo, agarrando ese objeto de madera que había bajo la cama. Tiré de él hacía arriba y un sonido metálico y chirriante impactó en mis oídos. Lo solté de golpe, sobresaltado y Jeno pegó un salto, extendiendo el brazo hasta él.

- Cuidado. Está vieja y rota, pero no tengo otra, ¿Sabes? - y lo agarró, sacándolo con cuidado de debajo de la cama, sentándose a mi lado con el objeto en sus brazos. ¿Objeto? ¡Que mierda!

- ¿Una guitarra? - me situé de rodillas frente a él, observándola. Estaba rota, tenía una grieta enorme en la madera y parecía tener un par de años ya. La acaricié por encima, con cuidado, tocando las cuerdas con suavidad.

- Está hecha mierda, desafina demasiado. No sé porque me la he traído. La última vez que intenté tocarla se rompió una cuerda y me dio un latigazo. Igual es hora de hacerla pasar a mejor vida y tirarla. - no parecía gustarle esa idea por el tono en el que hablaba y por como fruncía el ceño.

- ¿Tocas la guitarra acústica?

- Bueno, prefiero la eléctrica, pero no tengo una así que… - se encogió de hombros.

- ¿De dónde la has sacado? Parece muy vieja.

- Me la regaló mi madrastra para un cumpleaños hace ya unos nueve años. El único jodido regalo que me han hecho en la vida. Es una pena, me gustaba mucho. - esa afirmación me hizo tragar saliva. Sólo un regalo en la vida, sólo uno y estaba roto. Sentí algo profundo y molesto en el pecho, sentía… pena, compasión, pero por supuesto, no dije nada. Estaba seguro de que a Jeno no le haría gracia saber que sentía pena por él, de hecho, probablemente no sabría porque me sentía así. Él veía su vida normal y la mía un lujo innecesario. Igual me veía hasta como un niñato mimado.

Me acerqué a él, tirando de la sábana de la cama hasta dejarla suelta y me cubrí el cuerpo desnudo y sudoroso con ella. Me situé tras él y me colgué de su cuello, pasando la sábana por sus hombros, compartiéndola entre nuestros cuerpos.

- Entonces, sabes tocarla. - le susurré al oído. Jeno alzó la cabeza y soltó una carcajada llena de prepotencia.

- Muñeco, estás hablando con un profesional. A mí lado, Elvis tocaba como un fumado. - se burló y yo alcé una ceja. ¿Quién lo diría? Así que Jeno también tenía hobbies y no uno que tuviera que ver con destripar seres vivos. Hacía algo tan humano como tocar la guitarra, algo tan liviano como eso.

- Toca algo. - pasé la mano por su pecho desnudo, dejando la cabeza apoyada en su hombro tranquilamente. Cerré los ojos. Jeno giró la cabeza hacia mí unos segundos antes de inclinarse sobre la guitarra y situar los dedos suavemente sobre las cuerdas.

Se me puso la piel de gallina.

Era un sonido melancólico, un compás triste y agudo que me hizo pensar en alguien gritando, pidiendo ayuda, pero dentro de ese grito había algo… algo bonito. Algo que me hacía sentir tranquilo, en paz conmigo mismo. Me abracé con más fuerza a él, escuchando. Pegué mi mejilla a su oído, apretándome contra su cuerpo. Jeno parecía haberse olvidado de que había alguien a su lado, deslizando los dedos por las cuerdas, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, concentrado, tranquilo. Si, nunca le había visto tan tranquilo.

Estaba claro que le encantaba tocar la guitarra, aislarse del mundo acariciando suavemente las cuerdas. Yo también me sentí aislado, en una burbuja en la que sólo estábamos dos, él y yo y, de repente, explotó.

- ¡Ah! - pegué un salto, sobresaltado al oírle gritar. La guitarra cayó al suelo bruscamente y Jeno sacudió la mano con la que tocaba con expresión de dolor. - ¡Me ha dado otro latigazo la muy…! ¡Cómo duele! ¡De esta va directa a la basura! ¡Joder, mierda, mierda, mierda! - no pude evitar ponerme a reír a carcajadas oyéndole maldecir a la guitarra por su mala suerte. - ¡No te rías, no tiene gracia!

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Where stories live. Discover now