29. Emily.

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Seguía en el baño llorando cuando escuché una voz familiar.

- ¿Crees qué está aquí?

Subí mis piernas a la taza del baño y las rodeé con mis brazos, impidiendo que se vieran por debajo de la puerta,

- Seguramente. ¿Dónde iba a estar si no? - Wen suspiró. - Esta mal, ¿verdad?

- Sí. - contestó Maica. - No me gusta verla así, ¿no creéis que deberíamos sacarla de casa?

- Yo creo que eso es decisión suya. -  opinó Emily. - No me miréis así, ¿de qué va a servir que le digamos qué salga con nosotras, cuando ella en realidad no quiere? Está asimilando el dolor, y eso normal, tiene que doler mucho estar en esa situación, pero creo que deberíamos apoyarla y estar con ella en todo momento. No obligarla a salir de casa, ya saldrá ella cuando crea. 

Le di las gracias a Emily en mi interior. Emily y yo éramos muy parecidas en ese aspecto. Cuando Emily rompió con su antiguo novio, Wen siempre estaba encima de ella, preguntándole cómo se encontraba, obligándola a salir de casa para no quedarse llorando todas las tardes, y lo único que logró fue que Emily discutiera con ella. Y seguramente, ella pensara que yo haría igual. 

Siempre he sido muy parecida a Emily en eso, nos agoviamos en seguida. No me gusta ni me ha gustado nunca que estén yodo el día encima de mi preguntándome cómo estoy, porque, por una parte, quiero asimilar en dolor poco a poco yo sola, y pensar en lo menos posible en eso. Y por otra parte, no quiero que mis amigas se coman la cabeza todo el día por mi culpa. Es algo que debería solucionar y pasar yo sola.

- Yo la achucharé un poco al menos. 

- Yo también.

Coloqué mi mano en la boca para que no se escucharan mis suspiros. Continuaron hablando de lo mismo hasta que Wen dijo que deberían volver a clase para que el profesor no pensara que se habían marchado ellas también.

Sabía que debía haber salido, decirles que estaba ahí y comentarles qué había pasado con Kyle, pero me notaba sin fuerzas. Era agotador llevarte tantas noticias malas de golpe. Notaba que cada parte de mi, se había roto en mil pedazos diferentes, y, al estar en esta posición, era como si mi yo interior intentara mantenerlas juntas con mis brazos. Me sentía traicionada. Como si alguien me hubiese clavado mil dagas en el corazón.

Cuando sonó el timbre, cogí mis cosas y me fui a la siguiente clase de muy mala gana. Cuando me senté en mi silla, agradecí que fuera la última hora porque realmente quería salir de ahí, o al menos volver al baño. Cuando las demás me vieron se acercaron a hablar conmigo, pero no podía hablar con ellas, porque si lo hacía, temía que me iba a poner a llorar. Así que les hice una señal con la mano, y les dije que les contaría después todo lo que había pasado.

La clase terminó más despacio de lo normal. Guardé mis cosas rápidamente y salí del instituto, ignorando todos los ojos que caían sobre mi y todos los susurros y murmuros que escuchaba. Imbéciles. 

Cuando llegue a casa, fui directa a mi habitación, cerré con llave y me tiré en la cama. Escuché como mi madre le preguntaba a mi hermano que si sabía algo de lo que pasaba, Scott le dijo que había tenido un mal día y que necesitaba descansar. Por estas cosas me alegraba de tener a mi hermano de vuelta.

Me pasé toda la tarde llorando y ignorando los mensajes y las llamadas de Kyle. Le había pegado por llamarme y estuvo así dos horas seguidas, hasta que me harté y apagué el móvil. 

No quería perderle pero tampoco perdonarle, no se lo merecía. Estaba perdiéndole, pero, realmente me perdí a mi misma, me dejé llevar por sus caricias, sus besos, su manera de decirme que me quería, perdí mi esencia, olvidé mi razón de pensar, sólo por entregarme a él todo lo que pudiera, por hacerle feliz, por querer estar yo feliz al verle feliz a él. Pero al final, como cualquier otra estúpida novela adolescente de las que había leído una y otra vez, la que salí perdiendo fui yo.

IdiotaWhere stories live. Discover now