Tenía que salir de allí, buscar a mi madre y... no, no, mejor a Renjun. Lo mataría con un bate de béisbol, si. Tenía que llamar a Renjun y...

La puerta se abrió cuando agarré el móvil, dispuesto a marcar. Él se detuvo en el umbral, mirándome con una ceja alzada.

- ¿Ya te has despertado?

- No... soy sonámbulo, ¿no te jode? ¡Ni te me acerques! - grité, con voz aguda y congestionada, blandiendo un móvil como arma homicida.

Se empezó a reír en mi cara.

- ¿Qué mierda haces? Anda, suelta el móvil a ver si te lo vas a comer. - cerró la puerta lentamente tras él, sonriente tan angelicalmente, aunque de ángel nada. Mi primera reacción fue coger la almohada y tirársela a la cabeza. - Cuidado, no vayas a dejarme tonto. - cogí el cuaderno de biología que había sobre la mesa y se lo lancé. Lo cogió al vuelo y lo tiró al suelo, pisoteándolo. Mis apuntes a la mierda. Lo próximo fue arrancar el teclado del ordenador y tirárselo a la cara. - ¿Pero que haces? - lo esquivó, agarrándolo con cuidado, junto a la pantalla, eso le impidió moverse lo suficientemente rápido como para esquivar el escritorio. Aproveché que tal vez le había roto una costilla para abrir la ventana y precipitarme por ella para saltar al jardín. Demasiada altura, me rompería una pierna... o las dos.

Marqué a velocidad supersónica el número de Renjun, pensándome mejor si saltar o no al verlo correr hacía a mí con expresión asesina. ¿Matarme o quedarme a merced de mi malvado hermano gemelo que, por lo pronto, ya se había llevado consigo mi santísima virginidad trasera? Matarme, si, matarme.

- ¡Estúpido! - Me cogió al vuelo cuando ya me veía volando libre como un pájaro próximo a estamparme contra el suelo.

- ¡No! ¡Nooooo! - pataleé, intentando que me dejara caer, pero sus brazos me agarraban como un koala por la espalda y tiraban de mí hacía atrás.

- ¡Serás hijo de puta! - le pegué una patada en algún lugar y le tiré de algunos mechones de su cabello.

- ¡Maldito Renjun Psicópata Huang, socorroo!

- ¡Cállate!

- ¡Me violan, no! ¡No, no, no, no quiero!

- No me hagas enojar o te juro que...

- ¡Ayuda!

- ¡Estás muerto!

- ¡Aaaahhh! - Su cuerpo calló pesadamente sobre el mío. Mi pobre espalda dio contra el duro suelo y frente al aturdimiento, me vi totalmente inmovilizado y aplastado por él. Me tapó la boca con la mano. Su mirada furiosa me dejó paralizado y muerto de miedo.

- Tú... estás muerto. - ese tono amenazador era nuevo para mí, de hecho, todo lo que él representaba era nuevo. Sólo sabía que era mi hermano gemelo, que de parecidos de cara nada, y aquel al que no veía desde los cuatro años y, ayer... se acostó conmigo. Si lo hubiera sabido antes, si hubiera tenido al menos una foto, nunca hubiera dejado que esto pasara pero... su mano iba camino de mi cuello, por su rostro, parecía estar deseando agarrarlo y aplastarlo, cortarme la respiración, estrangularme hasta matarme. Por primera vez en mi vida sentí auténtico miedo.

Entrecerró los ojos y se detuvo. Su rostro se relajó. Me acababa de dar cuenta de que estaba llorando, temblando de pánico y de frío. Con su mano sobre mi boca y la nariz entaponada, no podía respirar.

Algo tuvo que hacerle apiadarse de mí y me soltó. Empecé a toser violentamente, tomando aire a bocanadas. Aún seguía sobre mí, con expresión indiferente, muy cerca. La noche anterior su contacto me había hecho estremecer y morirme de placer, ahora tenía miedo porque seguía igual de atrayente que la noche anterior, aún sabiendo quien era. Dios mío, ¿Tan loco estaba? Que se quitara, que se apartara por favor, que se apartara y, como si hubiera oído mi súplica, se aparto. Se levantó de encima de mí, sin ni siquiera mirarme y agarró el escritorio volcado sobre el suelo, volviendo a colocarlo en su sitio. Me situé de rodillas sobre el suelo, observándolo sin mencionar palabra, tosiendo, mientras él recogía el desastre que había montado y lo colocaba todo medianamente bien.

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Where stories live. Discover now