Un cruel accidente fue la perfecta combinación que necesitó la sirena para caer en los encantos de un hombre de unos ojos profundamente azules. Su tiempo era reducido, aquel día en que estuvo preparándose meses y meses le pisaba los talones, pero ¿C...
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Samantha
Llegué casa una solo objetivo zanjar una conversación que aún ronda por mi cabeza de la forma más severa posible. Jonathan había inundado mi mensaje por la mañana y tal vez eso fue lo que más ame después de todo este disparate. La casa lucia vacía, no estaba su auto o el de ninguna persona. Saludé a Anthony cuando lo divisé en la entrada, pero más allá no hubo conversación. No estaba lista para charlar, después lo estaría. Existe algo mucho peor que me está calando el alma. Pasé saliva por mis labios al ver la puerta de la cocina a metros de mí. Tomé el cerrojo, abrí la puerta y entre dispuesta a conversar o a defenderme por mucho que aquello nunca funcionara.
Ana, estaba de espalda, al verme volvió a dirigir su vista a la sopa de pollo, a eso olía. Dejé mi bolso sobre el desayunador y tomé aire, la mujer me intimida un poco.
—Hola —Saludé con amabilidad.
—Hola —Me devolvió el saludo con una voz acida.
Fue todo, simplemente no dijo nada más.
—No me dirás nada más —La cuchara que estaba en su mano cayó en la mesera del costado—. Tienes que decirme algo para entenderte.
Se giró con un enojo poseyendo cada molécula de su ser.
—¡¿Qué quieres que te diga?! ¡¿Que no llegaste a casa y que quiero una explicación?! ¡Es tu maldita vida, Samantha! ¡Tú sabes que haces, yo soy una niñera que andará detrás de tus pasos! —Me gritó, sin importar quién nos oyesen.
—No te voy a mentir, no a ti —tragué saliva y subí la cabeza dándome empoderamiento—, me fui con Jonathan —Le confesé y ella se colocó a reír.
—¿En serio? —Soltó una risa más burlesca—. crees que ese hombre lo dejará todo por ti, sabiendo de dónde vienes y que eres. Eres tan ilusa al entender que eso va a funcionar, Samantha.
Eso trató de afectarme, pero me inmuté.
—Di lo que quieras, nana. Pero el me ama y yo a él, y si eso no te hace feliz, seguiré dándome felicidad a mí misma. Son muy pocas las veces en la que he puesto mi felicidad por la de los demás y es momento de seguir ese instinto. Y sí, ¡Nadie, ni tú, ni las demás personas me lo arrebatará! —Le grité sin desmedida.
—Solo serás un pasatiempo, con el tiempo te botará —Me inmuté a seguirle la corriente.
—Esto no significa un pasatiempo —Alcé mi mano con orgullo y con rapidez la bajé. Sus ojos se quedaron petrificados que por un momento fue como si todo cayera de golpe—. Lamento haberte herido a ti y sé que nunca aprobaste nada de él, conmigo. No sé qué tienes contra él, pero tienes que entender que él me hace feliz y no estaré dispuesta a soltar esa felicidad que me costó tanto tener.
—Crees que esto es juego, ¿cierto? —Se carcajeó con ironía—. Crees que es así de simple con tenerlo y ya. Espero verte cuando todas estas paredes se caigan sobre ti por los actos que ha hecho Jonathan, porque en este mundo de ricos, Samantha no es solo amar.
