Capítulo 20

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Jonathan:

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Jonathan:

Muchas veces las palabras pueden ser nuestra fuerza de avanzar, aunque en algunas ocasiones se tornan en nuestra perdición. Han pasado semanas tal vez en que unas simples palabras acabaron con el paraíso que era ella. Me quedó muy bien demostrado que ella no es la tímida e inocente chica de la cual estoy perdido, no, ahora es una mujer a la que me arrodillo a sus pies. No hemos pasado ni siquiera en nuestro encuentro, un día bien. Con la perdida de nuestro pequeño o pequeña, duele y quema las palabras que me han resonando un sinfín de veces en la cabeza.

Me apoyé como de costumbre en el respaldo de mi silla de escritorio y di largos y lentos círculos con la yema de mi dedo alrededor del vaso. No había un solo día en que no cayera en el alcohol y era por varias razones. No encontraba una salida que no sea estando a su lado. Extrañándola en la cama, recordando lo hermoso que sería formar una familia así con ella. Tiraría los prejuicios a la basura porque sé que no lo valen, desde muy chico entendí aquello, pero es una larga lucha, una que a vista de todos parece simple, pero que conlleva un montón de sacrificio. Negué con las expectativas bajas y le di un largo trago a mi vaso.

—¿Estás listo, hermano? —Collins entró de sorpresa, acaparando mi atención—. ¿Estás listo para prueba de traje?

Negué con el vaso en la mano y lo dejé en el escritorio mientras trataba de concentrarme en unos papeles encima de la mesa.

—No es algo que me interesa, diles que se suspende —Ordené con fuerza.

—¡No! —Me gritó.

Levanté la mirada con enfado y achiné un poco mis ojos.

—¡¿Qué dijiste?! —Lo encaré—. ¡Tú no tienes el poder de hablarme así!

—¡Vamos a hablar! ¡¿Escuchaste?! —Collins con los humores también al límite, se fue a la puerta de la oficina y le colocó cerrojo—. ¡Me tienes con una mierda de sobrepasado!

—No se dé qué hablas...

Me mató con ese enojo poseído.

—¡De ti! ¡Estoy harto, Jonathan! ¡Me tienes con los humores hasta la mierda de altos! —Gruñó con esa fuerza que nuestra familia posee, pero que él no la expresa mucho—. ¡¿Por qué carajo cambiaste tanto desde que regresamos de la casa del abuelo?! ¡¿Fue por Luka?!

—Te dije que no sé de qué hablas... —Bajé la mirada a los documentos.

—No repitas la misma frase, ¿quieres? —Se acercó a mi escritorio y tiró los papeles de la mesa al piso.

—Pero, ¡¿qué te sucede?! —Le cuestioné con fuerza—. Son contratos importantes.

—Me importa una mierda. Ahora lo que necesito es a mi hermano —Aclaró—. Necesito que me cuentes lo que te sucede. Soy como tu mejor amigo.

—¿Qué quieres de mí?

—¡¿Quiero saber que mierda sucedió en la casa de nuestro abuelo, Jonathan?! ¡¿En aquel lugar al que papá te mando?! —Miré a otro lado y me giré en la silla con mi vista a la cuidad—. No me des la espalda, cobarde.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Where stories live. Discover now