Capítulo 19

2.3K 241 33
                                    

Por la mañana desperté con el mismo sentimiento de no querer avanzar, de sentir el mismo dolor de perder una parte de mi vida

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Por la mañana desperté con el mismo sentimiento de no querer avanzar, de sentir el mismo dolor de perder una parte de mi vida. Mis parpados se abrieron y fue cuestión de segundo para que el dolor me ardiera cada vez que lo recuerdo. Me senté sobre la cama y sollocé en ese mismo lugar. Me dolía en el interior tanto como el exterior. Mis ojos eran pesados, pero aquello ni siquiera bastó para que hiciera un mar de sufrimiento. Mi mentón no dejó de tiritar. Es como si en pleno verano, mis hojas cayeron al piso. Miré mi pequeña mesa de noche y tomé mi delfín, viéndolo con detalle, recordando solo un bueno momento simplemente para no caer en ese angelito que llevo dentro. Tocaron a mi puerta, pero no dije absolutamente nada. Volvieron a hacerlo y en eso apareció el abuelo Arthur. Solo verlo, mis ojos picaron hasta dejar caer lágrimas.

—¡Oh! Pequeña, lo siento —Negué con fuerza y él se acercó para tomar mi mano derecha.

—No fue tu culpa abuelo —Sollocé—. Fue mía.

—Claro que no, pequeña. Son cosas de la naturaleza que muchas veces nos suceden y lo importante es que estés bien y que ese bebé nunca salga de ahí —Tocó levemente mi pecho y agachó la cabeza captando la atención de algo—. Hermoso, delfín.

—Es uno de los pocos recuerdos que conservo de él —Dije sincera y él arqueó sus cejas.

—¿De quién, Isabela? —Preguntó con curiosidad.

Negué con una leve sonrisa falsa.

—Ya no tiene importancia.

Miré por la ventana y noté lo tarde que era, el sol apenas se notaba, pronto anochecería. Fue así como ayer, donde un día tan caluroso, fue para mí el más frio. Apenas me anunciaron sobre mi bebé, mi mundo cayó en picada. Nunca un dolor fue tan desgarrador como si me quitaran el alma a pedazos. Mis pómulos se sintieron húmedos como cada vez que lo recuerdo.

—Hija, está aquí. Recuérdalo —Mi mentón tiritó y los ojos grises del abuelo me vieron con tristeza.

—Lo sé, pero no deja de doler.

—Nunca dejará de doler, pequeña —sonrió levemente—, pero algún día dolerá menos y sabrás en tu interior que no hay nadie que pueda quietártelo, porque ese hermoso ángel estará ahí para hacerte más fuerte y para poder luchar por los momentos bellos que llegarán más adelante.

—Gracias —Susurré.

—¿Por qué? —Se extrañó.

—Porque me recibió siendo una persona desconocida para usted —Él arrugó levemente su entrecejo.

—Samantha —Me sorprendió escuchar mi nombre y él sonrió—. Eres una chica de un corazón precioso, llegaste de la misma forma que mi Isabela. No volvería a perderla, como en un momento pensé perderte a ti. No he hecho bien las cosas últimamente, pero sé que puedo remediarlas. Tenerte acá, acompañándome creo que es lo más bueno que he hecho en años. Aunque me queda una fuerte deuda con mi nieto más terco.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Where stories live. Discover now