Capítulo 11

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Samantha:

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Samantha:

A altas horas cuando el sol se coloca al frente de un precioso mar claro, mis parpados lentamente se separaron. Miré lo que adelante se posó frente a mis ojos y de momento a otro, mis recuerdos se fueron a la noche anterior. Los rayos del sol pegaron con calidez, tanto como los inocentes momentos en que mi vida no era precisamente pacífica. Su brazo aún rodeaba mi pequeña cintura mientras mi palma descansaba sobre su pecho, donde su pecho baja y sube lentamente como un mar cálido. Subí la vista lentamente y su barba entrecortada de hace tan solo días atrás, le daba un aspecto más masculino. Una sonrisa se me escapó en el silencio y descubrí lo bien que se me da pensando tanto en él, no existe un solo día en que mi pensamiento no dejé de recordarle.

Llevé las yemas de mis dedos a su perfil y lo delineé con delicadeza. Sus ojos azules comenzaron a abrirse con sorpresa y el océano entre ellos se translució sobre uno que está al frente de mis ojos. Al darse cuenta de quién era la de las caricias, una simple sonrisa surcó entre sus labios.

—Es una vista preciosa —Mis mejillas se tiñeron de rojo y él tomó mi mentón para que no apartara la vista—. Tú eres mi vista.

—Jonathan —Susurré entre un silencio acogedor.

—Sirena.

Nuestras respiraciones se volvieron a sentir con más dificultad, volví mi mirada al mar y noté como el sol comenzó a salir con más fuerza. Posé mi cabeza en su pecho, notando lo cruel que llegó a ser un amanecer.

—¿Estás bien? —Me preguntó de repente.

—Intento estarlo —Me volví a él, pero no respondió—. Si quiero que todo sea un recuerdo, tú serás mi recuerdo.

Me levanté sin importar como estuviese y que su mirada penetre mi cuerpo con su calor. Le ofrecí una mano y él la tomó, enviando todo este día al diablo. Quisimos no recordar ese final irrevocable nos pisaba los talones. Ambos caminamos al agua y en ese preciso segundo cuando mi pie casi tocó el agua, me levantó con deprisa y me acunó en su pecho. De pronto cuando ya su rodilla se hundía en el mar cálido, ambos nos sumergimos en las saladas aguas. Una sensación exquisita e inigualable nunca pudo ser más extraordinaria. Volví a la superficie y él me atrapó entre sus brazos, aprisionándome. El agua entre mi cabello fue rápidamente removida de mi rostro y fue cuestión de segundo para que mis labios saborearan cada parte de los suyos. El calor de mi cuerpo fue incesante como la temperatura del agua. Enredé mis piernas en su cintura y sus manos me recorrieron con desenfreno. Gemí sin esfuerzo alguno cuando aquellos dedos se hundían en mi cuerpo. Sonreí entre sus besos y lentamente descendí mi boca a su cuello. Un perfecto beso en un amanecer que solo grita por nosotros.

—Nuestro tiempo ya ha acabado —Susurré entre su cuerpo mientras las olas nos golpeaban—. Jhon...

—Sam —Gruñó por mi piel, erizándola.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Where stories live. Discover now