Capítulo 14

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Samantha:

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Samantha:

Luego de varias horas descansadas mientras la barcaza recorría el mar cálido que generaba un sol maravilloso, se detuvo en la cuidad de Hawái y no era nada comparado con lo que mis ojos expectantes recordaban del pueblo. Era unos edificios adornados de varios vidrios. Fue como verme al espejo cada vez que los recorría. Los autos también eran iguales que las casas, apenas miraba hacia una parte y estos se multiplicaban con fuerza.

Me hice amiga de una pareja de chicos que iba conmigo en la barcaza, ellos mismos fueron directamente al aeropuerto igual que yo, quien para ese entonces era una ignorante con respecto a qué debo hacer. Solo sé que debo llegar a California, Bel air... Según esa pequeña postal y esa palabra tan simple que Jonathan me comentó, "Es mi hogar" No sabía a donde dirigirme a comprar un simple boleto, pero ellos fueron amables conmigo y me ayudaron con todo ese papeleo. Mi vuelo era a su misma hora, pero con diferentes destinos. En verdad se conocen buenas personas en el camino y ellos los son.

Tardé un par de horas más para que fueran las 16:00 pm mientras charlaba con ellos de porqué este viaje. Y cuando me tocó abordar el avión por primera vez, ellos me abrazaron con fuerza mientras les prometía llamarlos cuando tenga tiempo. Uno de ellos, me entregó una tarjeta por cortesía y cualquier problema que tuviera dijo no que dudara en llamarlos. Los miré por última vez y me despedí en cuanto la azafata quiso ver mi pasaje.

Me senté al lado de la ventanilla con los nervios a flote, nunca me he subido a estas cosas y se nota en mis vellos de gallina. Sentí tener el corazón en plena garganta cuando este pájaro inmenso subió por los cielos. Era como si la gravedad se fuera hacia atrás y mi cuerpo fuera tan débil como para no soportarlo. Tarde mucho en estabilizarse y las turbulencias, según mi compañera de asiento, eran lo peor. Por suerte, hubo pequeños remezones en todo el vuelo. Eso sí, lo más irritante fueron mis oídos, nunca me dejaron en paz y mi estómago, ni que hablar, revolvía todo en mi interior hasta causarme un poco de nauseas. No había comido un solo bocadillo en todo el día.

El avión por fin aterrizó, tomé ambos bolsos y cuando estaba afuera del aeropuerto tomé cualquier taxi que me llevara a ese lugar. Al leerle la dirección, en los ojos del señor moreno como por arte de magia se le iluminaron. Sus labios se acentuaron con mera satisfacción y arrancó el auto. Un código de dígitos comenzó a correr por un tablero en la esquina superior del auto y me causó gran extrañeza por un momento. Aunque, no le di tanta importancia y miré toda la seca cuidad que a ratos se llenaba de jardines hermosos de color verde. El taxi daba vueltas y vueltas hasta a veces por un mismo lugar mientras la cosa esa corría como loca. Tardé como una hora y media en llegar a un cartel grande tallado en piedra que decía Ber air.

—Muchas gracias, ¿Cuánto es? —Pregunté por curiosa y este indicó ese estúpido aparato de la esquina.

Vi el dinero que Jonathan me había dado con tanto cariño y luego vi la cifra de arriba. El costo era demasiado alto.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Where stories live. Discover now