Capítulo 6

2.6K 255 21
                                    

Mis lágrimas no dejaban de brotar y tal vez no sean por el hecho de que el señor ya sabe lo que no quise decir, sino que escucho sus gritos desde hace unos minutos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mis lágrimas no dejaban de brotar y tal vez no sean por el hecho de que el señor ya sabe lo que no quise decir, sino que escucho sus gritos desde hace unos minutos. Se irá, mi compañía más grata se aleja de mí. La persona más encantadora, cuando se lo propone, me deja para volver a mi realidad. Tomé mi rostro y lo oculto entre mis manos.

—Necesitamos hablar —Dictaminó Thomas, subí la mirada y quise solo golpearle.

—¿Es lo que querías?

—Claro que no, ¡todo esto es por tu culpa! —Me gritó, pero me levanté de mi habitación de tal manera que disminuyó la voz—. Por armar todo ese teatrito, él se quiere ir este viernes. Me metiste en un maldito lío, Sam. Ahora sino le consigo un maldito bote antes del viernes el contrato que tanto hemos querido todos los lugareños se habrá ido a la mierda. No puedes ser tan ingenua y no pensar solo las cosas por ti. La boda está dentro de tres...

—¡No quiero que sigas! Esto me tiene muy estresada —Apoyé mis manos en mis caderas—. A veces pienso en que todo esto que es muy apresurado, apenas poseo veintidós años.

—¿No te estarás arrepintiendo, Sam? —Su mirada penetrante cayó en la mía—. No te atrevas porque juro que me las pagaras. No me puedes hacerme esto.

—No es eso —Suspiré.

—¿Entonces qué es?

—¿No crees que ha sido muy poco tiempo para algo tan importante? —Le pregunté y él negó.

—No quiero seguir hablando esto contigo. La fecha está fijada y no hay vuelta atrás, estamos en estos juntos como cuando éramos unos críos que nos cuidábamos uno al otro —Sonreí a la fuerza y él apartó un par de lágrimas—. Todo estará bien, Sam... Lo estará.

—Thomas —Susurré.

—Convence al señor para que se quede solo una semana más —Suspiré con cierta esperanza, yo también deseo que se quede—. Tú puedes hacerlo.

—Lo intentaré.

—Bien, porque yo me voy. Necesito ir por unas cosas al almacén de Mary.

—Ve, entonces.

Salió de mi habitación y desde ese entonces, como nunca lo imaginé, todo empeoró para mí. Los minutos pasaron y por alguna razón tan desconcertante no quería volver y mirarlo a los ojos. No quise que aquellos destellos azules me miraran de una manera diferente, esa que detestaba. Solo quise volver a la semana anterior, como aquella cuando sus labios dicen lo encantadora que es mi compañía.

Di un largo respiro y suspiré con cierta melancolía. Me di mucho valor para salir de la habitación, tomé el pómulo de la puerta y cuando esta comenzaba a removerse de mi vista, mis ojos captaron su posición. Encorvado con las manos justas sobre su frente mientras su mirada se pierde en el suelo. Me acerqué tragando un poco de saliva y relamiéndome los labios con la escasa saliva que mi boca proporcionaba.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora