Capítulo 3

3.8K 312 13
                                    

Samantha:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Samantha:

¿Cómo un insignificante acontecimiento es capaz de marcar toda tu vida? Me he quedado sin palabras con todo lo acontecido. Ya nada es igual y desde ese nadie todo ha sido diferente. Desde que lo encontré moribundo en el fondo del mar con un bote hundiéndose, mi vida ha sido diferente. Saber que está durmiendo en mi habitación hace ya días, es aterrado, pero no de la forma que mi cabeza se lo planteó. Estos han sido llenos de momentos intensos.

Creí que él moriría ese mismo día en que apenas logré remar a la orilla, pero unas hierbas medicinales lo ayudaron con la herida y el doctor con una transfusión de sangre. Ahora solo queda que se recupere. Mis ojos ya no dan vasto, me quedo horas y horas viéndole como si aquello que se leyera en libros fuera real. Es tan inusual encontrarlo así y en cómo se dieron las circunstancias, es hermoso. Sin embargo, la desconfianza y el miedo yacían ahí en mi interior. Encontrarlo ante tal impacto, hacía que mis manos tiritaran y mi idea sobre lo dicho en los libros cayera. Igual Thomas no se ha despegado ningún segundo de él.

Entre mis manos vi aquel libro sobre mi regazo y suspiré con cierta inseguridad, es algo imposible. Subí la mirada y encontré a Thomas salir de mi habitación y sin prestarme atención fue a la principal, lo que me hizo reaccionar. Lo detuve apenas quiso abrirla y lo agarré del brazo, atrayéndolo hacia el patio.

—¿Para donde crees que vas, Thomas?

—A casa, estoy cansado.

—¿Tú te irás?, ¿me dejarás sola? —Pregunté con cierto temor.

—No sucederá nada, belleza. No tienes que temer —Se detuvo y tomó el tabique de su nariz—. Además, si te hago recordar un poco, tú misma fuiste la que lo atrajo precisamente acá. No te preocupes —se encoge de hombros y sonrió como si hubiera ganado un premio—, mi casa está a una cuadra. No sucederá nada y si te hace algo yo me encargo de matarlo. Solo cuídalo y dale atención, ¿quieres? Será por solo hasta que se recupere, y espero que no sea pronto.

—¡Thomas! —Lo regañé por la broma—. Es un hombre desconocido.

—¡Sam! —Tomó mis brazos, negando—. El hombre está discapacitado, linda... No dejarás abandonado al pobre hombre, su familia está demasiado lejos. Sería muy desgraciado de tu parte. Dime que se siente que estés abandonada en un lugar que no conoces.

Suspiré un poco afligida y triste. Me sentí mal al instante.

—¡Te lo suplico, Sam! —Juntó ambas manos.

—¿Por qué quieres que lo cuide? —Pregunté desentendida.

Al suspiró.

—Por favor, hazlo por nosotros. Estoy seguro que después de esto, me lo agradecerás.

—Solo dímelo, ¿Por qué?

—Sam...

—Dime.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora