Llegó un joven y se sentó, continuaba el viaje y ahí estaba él, elevo mi vista y lo observo detenidamente por un largo período de tiempo, ese cabello rubio oscuro, una simulación perfecta del color dorado del sol en un día sin nubes que lo cubran, esos ojos azules como zafiros, aunque para él yo sea invisible, mis ojos no pueden parar de mirarle, es un sueño de chico.

[ Pero nunca sabrá que existes Alondra, tienes que sacártelo de la cabeza ]

Mi mirada lo evaluaba, el movimiento de sus ojos, de su cabello, esos labios tan rojos como las manzanas. Por momentos esto me regresó a la canción que escuchaba esta mañana, dejé de escuchar a mis queridos BackStreet Boys para pensar en la escena que cantaba Amaia sobre la joven en la canción Jueves. Cada día que subo a este tren, a cada día le miro en silencio, pero, al final, él no me ve... no ve cuando me arreglo el cabello (aunque continúe siendo un desastre) no nota cuando me pinto los labios, ni se imagina que por él he traído puesta mi ropa más bonita, para captar su atención, pero esta, al igual que mi cabello, es otra guerra perdida, aunque se siente en frente... Nunca verá a una chica como yo.

Entonces lo evalúo en el justo momento en que mueve su cabeza, la acerca a la ventanilla, al mismo tiempo que deja escapar un bostezo hacia el cristal y comienza a hacer dibujitos, por lo cual mi mirada le sigue a cada movimiento, es tan perfecto, tan lindo, tan seguro de sí mismo.

De pronto lentamente se voltea y me mira, lo miro y suspira, fugazmente entre cierro mis ojos, él aparta la vista de nuevo al cristal, siento que apenas respiro, me revolotea el corazón, me hago pequeñita tal como si fuera un juguete y mis manos comienzan a temblar, no sé que me sucede, ¿por qué a cada día que pasa él causa más efectos en mí?

Así transcurrió el viaje de estación a estación, uno en frente del otro, predominando el silencio. Por fracciones de segundos pareciese que leyese mi mente o conociera mis gustos, sus gestos me recuerdan tanto a esa canción que me parece una muy linda casualidad. Llegamos al destino esperado, tomo mi bolso, me tiemblan aún las manos, me apresuro a bajarme del metro, cuando recién se abre la puerta me empujan, no siento el suelo hasta el justo momento en que caigo, dios mío ¿por qué soy tan torpe?

— Oye ... te encuentras bien?— una dulce voz me hace levantar la mirada y encontrar nuestros rostros — Soy William, mis amigos me llaman Will ...— ese cabello dorado, esos ojos zafiro, esos labios manzana, el chico del metro, ¡dios mío Alondra, que tonta eres!

— Yo...—tartamudeo, tomo rápidamente mi bolso y salgo corriendo de allí, Alondra eres una cobarde, era el mantra que me recitaba mi subconsciencia, corría cada vez con más fuerza a tal punto que ya no me sentía ni los pies, me escondí tras una pared de uno de los edificios del colegio y me desmoroné en llanto, ¿por qué soy tan tonta?

Continúo haciéndome la misma pregunta a cada segundo sin que saliera de mi mente esa interrogante, a de pensar que soy una tonta, una chica muy tonta, sólo una chica como yo haría una estupidez de esas, continúo llorando con las manos cubriendo mi rostro.

El corazón me late muy deprisa. Siento el timbre del colegio resonar por lo alto de todo el edificio. Comienzo a levantarme del suelo, me sacudo la falda, me vienen a la mente las clases, madre mía y yo acá tirada en el suelo como una boba.

Seguramente he de tener los ojos hinchados, las mejillas rojas, al igual que los labios, respiro hondo, me seco las lágrimas del rostro, tomo mi bolso y salgo para incorporarme a las clases.

Amarte en silencio (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora