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EMILIA

No había tenido la oportunidad de verme desde la cirugía.

Hace varios días habíamos vuelto a casa. A pesar de esto aún me sentía un tanto ligera. No era exactamente la misma sensación que tenía cuando desperté de la cirugía, pero aún así estaba en el aire, un poco, al menos.

Supongo que son por los medicamentos que Dadda me ha estado dando, lo agradezco, de verdad. El dolor por las mañanas era aceptable pero en el resto del día se iba intensificando cada vez más. Era como si dos pequeños pájaros carpinteros se posicionaban en mi dos orejas, arriba de estas, donde las gasas estaban, sentía como comenzaban a golpetear en un ritmo muy poco sincronizado, cuando el lado derecho dejaba de golpetear, el lado izquierdo comenzaba a hacerlo. Eso duraba hasta que me daban el medicamento. Tal vez el medicamento no pueda curar mi dolor, pero si hace su trabajo al disminuirlo.

"Vuelvo en un segundo"  Papi avisa poco antes de alejarse del cambiador. Manteniendo mi vista fija en el espejo que han puesto en el techo me observo, ignorando el viento que siento en mis partes expuestas, mantengo mi vista en este.

Aún se siente un poco extraño cuando deben cambiar. A pesar de eso, he descubierto que al no prestarle completamente atención a la situación evito agobiarme. También creo que es por la confianza que hasta el momento tanto papi como Dadda han construido en mi. Es... cómodo sentirme cómoda con ellos, aunque sea en esta situación.

Volviendo mi vista al espejo, observó como se encuentra mi cabello. Dadda se había encargado que el resto de mi cabello no interfiera con ambos lugares sensibles. En la mañana se había dedicado a peinarlo, una trenza se encontraba atrapando los mechones de cabello que deseaban tocar los vendajes. Me veía extraña con ambas gasas en los costados de mi cabeza, parecían bocinas cuadradas, como si estuviera utilizando audífonos en las partes de arriba de mis orejas y no en ellas.

Ante la esponjosa sensación en mi trasero me remuevo un poco. Papi me deja sentarme mientras busca otra cosa en los cajones del cambiador. Medias.

"No me gustan las medias" mi comentario pasa desapercibido, al menos es lo que creo ya que papi continuó colocando ambos pareces de medias en mis pies.

"Lo sé, Pastelito" responde ante mis quejas. "Debes de usar medias si vamos a salir" comenta.

"¿Vamos a salir?" Pregunto un tanto confundida. Creía que íbamos a  mantenernos en casa hasta que fuera tiempo de colocar mis audífonos externos. Los que me permitirían escuchar.

"Si. Saldremos" responde bajamente. Parece que no tiene ganas de hablar de eso. "Tanto Dadda como yo tenemos que resolver varias cosas en la empresa. No quisimos buscar nadie para que cuidara de ti mientras no estábamos" explica "Por lo que vendrás con nosotros"

"Bien" es lo único que respondo.

"¿Pantalón, vestido o overol?" Pregunta a los segundos.

"Overol" respondo rápidamente. Últimamente me encuentro un poco obsesionada con los overoles, son sumamente cómodos y me permiten hacer cualquier cosa sin el miedo de que se note mi pañal, como sucede con el vestido o con los pantalones justos que tengo. "Que sea el azul claro, por favor" pido. Hasta ahora solo se que tengo dos, uno negro, que me incomoda un poco en la parte de los hombros; a pesar de que la tira se encuentra en lo máximo aún siento la presión del pantalón y esa parte del overol. El azul claro es mi favorito.

De pie, me apoyó en los hombros de papi mientras el pasa mis piernas por los agujeros del overol. Otra cosa que me gusta es que son rápidos y fáciles de poner. Y con respecto al frío que está comenzando a hacer, me protegen, sin necesidad de usar otro pantalón abajo.

"Ya estas lista hermosa" Papi me sonríe antes de tomar mi mano y dirigirme a la puerta de la casa.

[...]

En la empresa todo es un tanto aburrido, el tiempo pasa con más lentitud de la que me imagino y la pantalla del celular que Dadda me entrego ya no me entretiene. Mi vista esta cansada por ver tanto tiempo como los personajes del juego se mueven de un lado al otro.

Entre el aburrimiento y el sueño, gana el sueño.

Cuando cierro los ojos es que siento los estragos de haber usado por tanto tiempo el celular. Mi vista está más cansada de lo que anteriormente había pensado, pero yo no logro dormir. Dando vueltas y vueltas en el sillón permanezco despierta pero con los ojos cerrados.

Manteniéndome así por un rato siento como una ráfaga de viento se da paso por la oficina, aún acostada estoy completamente segura que alguien a ingresando o ¿se a ido?. Abriendo los ojos tratado de ignorar el leve ardor producido por la falta de humectación en ellos.

Manteniéndome en el mueble, espero.

Nada.

"¿Dadda?" Llamo. Girándome desde mi posición en el mueble observó la silla donde Dadda a estado desde que llegó. Esta vacía.

"¿Papi?" Esta vez llamó a Axel. Se que tanto la oficina de Dadda como la de Papi están  conectadas entre si, lo único que no estoy segura es cual de las puertas es la correcta. Levantándome del mueble, me sostengo de este al notar como mi equilibrio decae y me tuerzo un poco al levantarme.

Cuando estoy completamente segura que el equilibrio a vuelto por completo me suelto, moviendo un pie a la vez trato de evitar que eso vuelva a ocurrir. Acercándome a una de las puertas la abro un poco, observando una gran mesa con varias sillas vacías vuelvo a cerrarla. Por eliminación descartó la puerta que se que da al pasillo. Dirigiéndome a la única puerta que no he abierto, muevo lentamente la manilla, papi esta del otro lado de la puerta con la vista en su computadora.

"Papi" llamo. El inmediatamente dirige su vista hacia mi.

"Princesa. ¿Qué sucede?" Dice levantándose de su asiento, se dirige hacia donde me encuentro.

"Dadda no esta" suelto abrazándolo. El en  modo de respuesta mueve la palma de su mano por mi espalda, cerrando los ojos aspiro su olor. Sus manos bajan a mi nalgas, cuando siento que usa esa parte de mi cuerpo para levantarme en brazos enganchó mis brazos en su cuello, quedando cara a cara, habla.

"Seguro a ido por tu biberón" Dice dejando un beso en mi frente. "Todo está bien, bonita"

"Esperémoslo en su oficina" sus labios se mueven al mismo tiempo que comienza a aserrarse a la puerta por la cual ingrese.

EMILIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora