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[...]

E m i l i a

Mi cuerpo se siente despierto cuando despierto, el silencio de ha ido... puedo escuchar, no se que escucho, pero puedo. Sacando el chupete de mi boca, lo tomo con uno de mis dedos... no lo puedo perder... si lo pierdo se enojaran, Jonathan y Axel se enojaran... enojados. Axel... enojado... recuerdo, sentándome en la cama observo mi alrededor, todo se siente raro, y liviano... Tengo que ir con Axel, y disculparme, no me he disculpado. Moviendo un poco las barras de la cuna espero que alguien venga, pero no pasa nada, decidida a salir me levanto, mi equilibrio es pésimo, en un movimiento raro caigo de nuevo al colchón, volviéndolo a intentar, esta vez quedo sobre mis rodillas, mis manos pasan por las columnas de madera, estirando los dedos intento llegar al seguro que las mantienen en posición, luego de apretarlo me estiro para lograr alcanzar el otro pero no lo logro. Esto es más complicado de lo que pensaba, pero tengo que salir... tengo

A x e l

"¿Hermosa?" Preguntó al oír como los pies de Emilia deambulan  por el piso de madera, se que es ella porque sus pies descalzos tienen un sonido particular, sus pisadas eran livianas y delicada ¿Jonathan no la dejó en su cuna? ¿Qué está haciendo fuera de ella? Quitando la laptop de mis piernas me levantó de la cama, caminando hacia la puerta me tomó mi tiempo, las pisadas ya no se escucha lo que me hace dudar de si fue solo mi imaginación, pero una pequeña y lenta respiración se escucha muy cerca de la puerta de mi habitación, tomando el pomo de la puerta la abro.

Mi corazón empieza a latir un poco más rápido al ver a Emilia en mi puerta, su cabello esta desordenado, lo que me indica que definitivamente estaba durmiendo, sus ojos están rojos y sus párpado se mueven muy lento, sus manos llevan una de las mantas que siempre tiene en su cuna.

"Emilia" mi voz sale aún más firme de lo que espero, ella eleva su vista, las facciones de su cara se contraen, sus manos aprietan más la manta a ella, moviendo su pie derecho hacia atrás retrocede. No. No no no.

"Bebé" esta vez mi tono de voz baja, como debía sonar hace unos minutos. Sus ojos no me ven cuando hablo. "Emilia, bebé" intento llamar su atención moviendo mis manos, si no logro que me vea no va a saber que la estoy llamando.

"Emy" Esta vez mi voz sale como suplica, acercándome a ella intento tomar su mano, pero no me deja, observando sus movimientos me percato que esta buscando algo. "¿Qué estas buscando hermosa?" Se que no me puede escuchar, pero no puedo evitar preguntarle. Sus manos sueltan la manta que llevaba al entrar, agachándome la tomo. Sus pies se mueven muy lentamente mientras camina, su vista esta en algún lugar de la habitación, quedándome quito espero a ver que va a hacer.

Acercándose a un costado de la cama observo como sus manos se mueven al pequeño sofá en conjunto de la cama.

"Emilia ¿Qué haces?" Ella no me ve pero puedo verla tomar la camisa que estaba usando hoy.

El doctor nos había dicho que no era seguro que Emilia pudiera volver a escuchar y eso nos enojó mucho, pero luego la vi sentada en allá camilla y supe que no nos rendiríamos así de fácil, debimos hacerle estudios, muchos estudios para lograr saber si era apta para un implante o... que se yo. Emilia se había portado excepcionalmente bien en todas las consultas, e incluso cuando tuvimos que ir al laboratorio a sacarle muestras de sangre no puso ninguna queja. Pero luego me llamaron de la empresa en la que soy miembro mayoritario, tengo que viajar para resolver unos problemas que aparentemente no pueden resolver los otros socios, solo quería estar con Emy, mi Bebé aún no está el cien por ciento acostumbrada a nosotros he irme iba hacer que el progreso disminuyera al menos un poco, lo podía sentir, no me quería ir, pero debía. Luego Emilia no quiso aceptar la cuchara de Helado que le estaba dando, y a pesar de que Jonathan allá sido quien se tomó su primer castigo demasiado a pecho, ella parecía entrelazar lazos aun más rápido con el que conmigo... aunque estaba feliz por Jonathan, no podía esperar que ella se sintiera completamente a gusto conmigo.

Su pequeño apto de rebeldía me hizo explotar, luego aproveche el momento para visitar una de las sucursales de la empresa, debía de hacer algo para no tener que irme, pero no lo logré, los problemas eran más serios de los que pensaba y debía resolverlos en conjunto a los demás socios, increíble, aún así esperaba que no fueran más de dos días... no planeaba perderme el comienzo de las clases particulares de Emilia... aunque ella aún no lo sabía.

EMILIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora