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E m i l i a

El sonido del camión chocando con el auto se repetía una y otra vez. Mamá desvaneciéndose, todo oscuro y silencioso. Hasta que logre ver las luces de los camiones de bomberos, intente gritar, tan fuerte como pude, pero no logre nada. Los bomberos me sacaron del auto, los veía mover sus bocas pero no lograba escuchar nada, estaba muy asustada. Me desvanecí.

Los siguientes meses la pase en silencio, papá me culpaba por la muerte de mamá, y yo también lo hacía. Los médicos le dijeron que podía volver a escuchar, no como siempre, pero mí audición iba a mejorar un poco, con una cirugía y esfuerzo de mi parte, pero papá negó completamente, ese era mi castigo y lo comprendía.

Papá se negó a aprender lenguaje de señas, por lo que tuve que aprender a leer labios, pero yo no me di por vencida, aunque hacía mal los movimientos con mis manos, iba aprendiendo poco a poco, todos los días frente al espejo. Mis sentidos se habían agudizado, mas mi tacto, podía sentir las ondas que generaban los carros sobre el piso, la corriente de agua pasar por el drenaje, el retumbar de los parlantes de los vecinos cuando hacían fiestas. Me hacia sentir más cerca a lo que era antes, al menos un poco.

Mientras yo intentaba avanzar con lo que me quedaba, papá empezó a tomar dinero, mucho dinero. Casi siempre, por la noche tenia reuniones con hombres, bien vestidos, y hacían negocios. Los estafaba, o eso intuía. Todo ese dinero iba únicamente a él, a su vicio.

Hoy no era la excepción. Dos hombres estaban en la sala con papá.

Eran las 12 de la noche y una pesadilla me había despertado, baje descalza las escaleras y con mucho cuidado de no hacer ruido entre a la cocina, tomando la tetera eléctrica, le vertí un poco de leche y espere a que calentara, no más de 5 minutos pasaron, cuando la luz me indicó que ya estaba lista, la levante de la base y me dirigí a la taza que ya tenía azúcar y chocolate en polvo, antes de terminar de verter la leche un fuerte estruendo en el suelo hizo que me asustara, saltando, golpee la taza, haciendo que se cayera partiéndose en muchos pedazos filosos, el líquido no me estaba quemando, pero estaba muy caliente. Antes de poder hacer algo la puerta de la cocina se abrió, era uno de los hombres que trajo papá, estaba enfadado pero cuando sus ojos me vieron cambiaron a preocupación, su boca se movió, preguntándome si estaba bien, lentamente asentí con la cabeza, no debía de estar aquí, no ahora, no debí bajar.

Antes de poder moverme, caminó hacia mí, levantándome unos centímetros me dejo sobre el suelo sin líquido ni pedazos de cerámica.

De pronto papá apareció por la puerta seguido de otro hombre, todos me miraban.

Odiaba ser el centro de atención.

Los dientes de papá se apretaron indicándome que estaba en problemas.

"Arriba" ordenó.

Rápidamente me moví, y sin despedirme pase por su lado y luego por el del otro señor, baje la cabeza y corrí hacia arriba. Dejando detrás de mi, huellas de leche con chocolate.

J o n a t h a n

Después de negarme un millón de veces, Axel logro convencerme de ir a una reunión, con un señor que le debía una gran cantidad de dinero, estaba decidido a conseguir que le devolviera ese dinero, y yo iba para evitar que hiciera una estupidez.

Al entrar, su casa olía a humedad, la pintura de las paredes se estaban desconchando, y había marcas de moho en el techo, se notaba que las habían intentado limpiar, pero al no hacerlo con químicos especiales este había vuelto a aparecer, era desagradable.

Axel estaba enojado, y por razones muy obvias, era su dinero. Cuando lanzo un grito la silla en la que estaba se cayó, dejando un sonido sordo en el ambiente a los pocos segundos un fuerte estruendo se escuchó en la habitación continua. Enojado me levanté caminando al lugar donde provino aquel sonido. Mi cara cambio al ver quién era, La niña más bonita. Su cabello largo y ondulado caía hasta su cadera, acompañado de un frizz adorable, suspiré.

Es ella.

Su cara fue de preocupación al verme entrar, caminando le pregunté si se encontraba bien, ella asintió, la levante un poco, dejando sus pies descalzos en una zona segura, libre de pedazos de cerámica y de líquido, aunque ya sus piesitos estaban mojados por el líquido marrón. Elevando la vista busque un paño para limpiarle la humedad en ellos, con varias servilletas en mano intente acercarme a ella cuando el hombre y Axel entraron.

Al notar lo dominante que era con ella deduje que era su padre, uno alcohólico por lo que pude ver con los restos de botellas vacías en la esquina de la cocina.

Ella bajo su cabeza al pasar a un lado de Axel, quien se le quedo mirando hasta que desapareció, luego me miro a mí, ambos lo sabíamos.

Es Ella.

EMILIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora