EXTRA I

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"BLOOM"

Muchas veces, una ventana cierra otra, y con ella sus posibilidades de ver más allá de un destino ligado a cuatro paredes y las irrefutables órdenes de la única persona que tenía el poder de hacer añicos su existencia. Si bien había alcanzado el punto de quiebre cuando echaba un vistazo a su estado mental, Darrell Bloom se preguntaba si el exitoso resultado de Byron era comparable a una nimiedad cuando pensaba en su propio padre.

Leandro era, si se quería, una prueba de que la humanidad alguna vez había tocado su punto más bajo, con la persona más grande. La importancia de su apellido se encontraba labrada en generaciones que sembraron los cimientos de un imperio que gobernaba a un país bajo el agua. Pero el terror que producía escuchar ese apellido, y el escalofrío que provocaban sus nombres, era culpa de una sola persona, y ese era su padre.

Bloom miraba a la ventana sin perder de vista el frustrante resentimiento que aumentaba su incomodidad. Se encontraba en la habitación que le pertenecía, pero no era completamente suya, en una mansión que era su casa, pero nunca consideró un hogar. Lo hacía sonreír la ironía de pensar, que posiblemente extrañaría ese horrible edificio en Haverville Rogers, donde cualquiera tocaba a la puerta sin previo aviso. Ese lugar que ahora era la locación principal de sus pesadillas, no era tan malo si ignoraba la presencia del hombre que había destrozado su estabilidad, y mucho menos si tenía presente que en esa casa debía ver a su padre y a su madrastra con mayor frecuencia. Quien, por cierto, parecía bastante satisfecha con la noticia de que había sido expulsado, a diferencia de su notable e increíble hijo, que para ella era un triunfo total en la vida. ¡Tenía tantas ganas de reírse en la cara de esa mujer y enumerar cada uno de los suplicios que llevaron a Michael a ser un hombre miserable! Pero ninguno de esos esfuerzos valía la pena, y sus ánimos no sufrirían ningún cambio incluso si lo hiciera.

Cerró los ojos un momento, y permitió que su mejilla descansara suavemente en el frío cristal de la ventana que lo separaba de una ventisca implacable. El sueño podría vencerlo incluso estando de pie, pero los estragos de los recuerdos que lo alcanzaban por momentos, lo despertaban como si sufriera de una caída libre cada vez que recordaba un solo número de esa lección.

Su celular fue decomisado, su acceso al dinero, y la llave de su propia habitación. En ese lugar no había un solo medio para comunicarse, pues gracias a las experiencias anteriores, a su ventana la decoraban unos gruesos barrotes.

Tenía tanto miedo de ceder al sueño, que prefirió retomar la horrible conversación que tuvo con su padre en ese automóvil, el día en el que fue a buscarlo personalmente tras el fracaso de su juicio en Haverville Rogers. Probablemente todos fueron conscientes de que aquel estaba a destinado a ser el peor día de su vida.

Y nadie se equivocó.

En el momento en el que ingresó al auto, contuvo el aliento ante la presencia del padre regularmente ausente, que ahora miraba hacia afuera como si hubiese algo mucho más interesante que la tragedia que estaba a punto de sentarse a su lado. El señor Bloom ignoraba su presencia, pero emitía con cada fibra de su cuerpo, la señal de que algo estaba a punto de ir terriblemente mal. Darrell no dijo una sola palabra, le habían enseñado a no hablar primero, ni porque su vida dependiera de ello.

Fue hasta que comenzaron a perderse en ese camino de muros verdes, que la voz profunda y serena de su padre, asfixió el silencio.

—Tu nivel de incompetencia es mayor al que estimé, a pesar de la educación que te he proporcionado —miraba al frente, sin perder de vista sus propios pensamientos—. Los intentos por moldearte a pesar de tu origen, han sido una pérdida de tiempo y dinero, lo que se traduce en una mala inversión.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora