28. Pandora

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El director William se incorporó discretamente de su asiento, tomando únicamente las gafas que había dejado sobre el escritorio.

—Los dejaré solos, ya he escuchado lo que quería. No se preocupen, nadie entrará a esta oficina, pueden tomarse su tiempo —anunció mirando a Ethan por un instante—. Solo quería asegurarme de que Magnus no te lo ocultara por más tiempo. Lo demás es tu decisión, hijo.

—Espero que estés contento... —masculló Byron con una sonrisa forzada.

—No, sigo pensando que tardaste demasiado —respondió el hombre mientras se dirigía a la salida.

Cuando cerró la puerta a sus espaldas, el silencio y la tensión podían tocarse.

El profesor miró a Ethan con preocupación, el chico seguía con la mirada perdida, tenso en esa silla y estrujando con los dedos el lugar donde descansaban sus manos. Aunque Byron sabía que no existiría otra reacción después de haberle revelado algo como aquello, se preguntaba si habría sido mejor decirlo de otra forma.

Pero él jamás imaginó llegar hasta este punto. En algún lugar de su cabeza, esperaba que el momento de revelarle su vida, su nombre y sus secretos jamás llegase.

Ahora que en verdad estaba enamorado, tenía miedo de perderlo todo.

—Ethan... sé que esto no es fácil de asimilar —dijo al no soportar más ese silencio—. Pero me está matando no saber qué estás pensando.

El de ojos verdes se movió después de un par de segundos, solo para negar con la cabeza levemente.

—Es que ni siquiera puedo pensar —reveló aún perdido—. No he terminado de asimilar la idea de que el director y tú son familia, y ya tengo que decidir respecto a tu puesto vitalicio en la universidad. ¿Qué crees que soy? —inquirió mirándolo finalmente.

Byron no pudo sostenerle la mirada y bajó la cabeza.

—Lo lamento.

—No, no quiero una disculpa, quiero que me digas qué es lo que pretendes —dijo el chico sorprendiendo al profesor—. ¿Cuál era la idea de prometerme que siempre estaríamos juntos, si al final eras el primero que no podría cumplirlo? Comprendo que no hayas querido decírmelo, por los motivos que sean. Pero te lo dije, te dije que tenía derecho a saber que enamorarme de ti tenía un precio, de esa forma hubiese decidido si estaba dispuesto a pagarlo.

La forma en la que Ethan hablaba era tan seria y dura que, aunque a Byron le dolían esas palabras, no podía evitar el sentirse impresionado por la madurez que el chico había demostrado. Estos eran los momentos en los que recordaba que no estaba enamorado de un niño.

—No podía llegar y decirte: "Hey Ethan, te amo, pero me quedaré en esta universidad para siempre, ¿qué dices? ¿Lo intentamos?" —soltó, recordando lo que alguna vez también le dijo a William—. Sé que debí decírtelo, no soy idiota. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

—¡Lo entiendo! ¡Pero no puedo evitar estar enojado! —alegó levantándose del asiento para encarar al de cabello azabache—. Esto es más grande que yo y aunque no quieras admitirlo, sé que al principio no me lo dijiste porque ninguno de los dos creyó que esto duraría. ¡Ahora lo entiendo todo! La conversación que tuvimos cuando me contaste sobre las lecciones, era esto lo que no querías decirme —dijo comprendiendo cada vez más todo lo que Byron había dicho a medias desde el principio—. Era por esto que me contaste la historia de Lebrant... ¡Yo jamás podré estar contigo si tú llegas a ser el director! Y si nos descubren a ambos, queda claro a quién matarán.

—Estás siendo extremista, lo que sucedió con Lebrant involucró a demasiadas familias con poder. La tuya no representa un problema y la mía no puede quejarse, William se preocupa más por ti que por mí —expresó cada vez más tenso—. Podemos tener problemas, es verdad, pero no me estoy convirtiendo en el director mañana y cuando tú te hayas graduado...

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora