El último secreto

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Ethan bostezó por tercera vez en clase, sintiendo los párpados tan pesados que ya no sabía si veía doble o estaba dormido. Intentó mantenerse lo más atento posible, pero ni siquiera escuchaba al profesor, solo sabía que había ruido y de vez en cuando su mente se iba a lugares muy lejanos. El simple sonido de voces tenues y lápices escribiendo lo adormecían, dejándolo justo para caer de sueño en cualquier instante.

Pero en ese momento, como caído del cielo o disparado del infierno, un golpe seco en la cabeza con la punta de un libro lo hizo despertar definitivamente. Sebastian mantenía su perfecta máscara de póquer aún cuando incluso el profesor pareció escuchar el trancazo que casi le perfora la nuca, además de que otros estudiantes a su alrededor comenzaron a reírse disimuladamente.

¡Eso dolió, idiota! —articuló con los labios y el moreno lo ignoró.

—Señor Collins, ya que parece estar tan atento ¿podría pasar al frente a responder el ejercicio siete? —alzó la voz el profesor de lengua, haciendo que el casi-rubio solo asintiera y sonriera con algo de vergüenza mientras los demás aún reían por la escena.

Está bien, ahora entendía el motivo del golpe.

Y cuando se levantó, hizo un esfuerzo descomunal por caminar decentemente y no acariciarse la cadera.

¡Byron había prometido que no lo haría tan fuerte! Y aunque seriamente lo intentó, el no haber salido de su cama por lo que restó del fin de semana ahora le estaba pasando factura. Es como si le hubiesen destrozado todo de la cintura hacia abajo.

Resolvió muy pobremente el ejercicio en la pizarra, el profesor al final tuvo que explicarle nuevamente casi toda la lección y lo reprendió bastante molesto por no prestarle ni un poco de atención ese día. Pero mientras recibía la regañina, volteó a mirar discretamente a Sebastian, esperando también una mirada de reproche por su parte. Sin embargo, lo preocupó más lo que vio que el mismo profesor. Se lo encontró mirando distraído hacia la ventana, ignorando todo lo que sucedía y tan sumido en su propio mundo que no comprendía cómo es que se había dado cuenta de que Ethan dormía en primer lugar.

Cuando terminó la clase, soltó un pesado suspiro y esperó a que el profesor abandonara el aula para no tener que enfrentarse a otros diez minutos de sermones a solas. Sorprendentemente Sebastian también se quedó ahí esperándole, pero sin decir ni una sola palabra.

Entrecerró los ojos al salir del aula, esperando algún tipo de reclamo o algún "Ethan eres un idiota, te dije que blablablá..." pero no hubo ni siquiera otro golpe. Ni siquiera comentarios indirectos o sus típicas burlas.

Mínimo una carcajada cínica, pero nada.

De hecho, había estado esperando un interrogatorio nivel policial desde la mañana por haber desaparecido el fin de semana entero, o tal vez una fría ley del hielo por parte del moreno como venganza, igual a como cuando eran niños. Se escuchaba masoquista, pero Ethan ya estaba tan acostumbrado a esos tratos que si Sebastian ya no lo molestaba, se sentía incompleto. Y es por eso que desde que lo había visto esta mañana, tenía la ligera paranoia de que algo muy malo le sucedía, o que por primera vez estaba tan enojado que sería cortante con él hasta que decidiera decirle lo que realmente le ocurría.

Se había portado muy distante, fue a buscarlo como cada mañana, desayunaron juntos y solo se separaron cuando cambiaron de clase a la segunda y tercera hora. Pero de un "buenos días" y conversaciones políticamente correctas, no habían pasado. Al principio no se dio cuenta porque estaba lo suficientemente cansado para notarlo, pero ahora era tan obvio que le asustaba.

—Oye, la próxima vez que quieras despertarme, hay otras formas además de sacudirme el cerebro —comentó, intentando forzar una conversación.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora