Bienvenido a tu primera lección, Ethan

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Accidente: "Suceso imprevisto que altera la marcha normal o prevista de las cosas, especialmente el que causa daños a una persona o cosa".

A veces las decisiones que parecen de lo más simples en la vida, pueden alterar por completo el orden natural de las cosas. Nunca se sabe cuándo un arrojo de valentía podría provocar un accidente, en un intento por prevenirlo. A veces la culpa puede ser atribuida al azar de la vida, y otras, a alguien con una mente tan retorcida que tal vez solo busca el límite de las personas para arrastrarlas a la miseria. Porque abrir esa puerta, fue decisión de Ethan.

Por alguna razón éste tropiezo del destino solo dura un instante, pero la mente tiene la mágica capacidad de reproducirlos en cámara lenta, volviéndolos interminables y dolorosos recuerdos. Ocurre sin razón, como una bofetada al azar en el aire. Lo peor es que eres consciente de que ocurre, pero al principio no hay reacción, no consigues dolor hasta que el impacto lentamente comienza a hacer visible su marca.

Con él no fue distinto. Y la mejor parte era esa tétrica voz de fondo que murmuraba insistente en su cabeza:

"Ethan, bienvenido a tu primera lección".

La venda de sus ojos llamada "primer amor" se cayó, revelando a un completo desconocido ocupando ese lugar.

Sería muy difícil olvidar ese semblante de depredador que capturó al momento de abrir esa puerta. La mirada llena de odio y rencor que ensuciaba el rostro al que alguna vez creyó arrancarle la más hermosa de las sonrisas. ¿Quién era ese hombre que torturaba entre sus brazos a Darrell sin piedad? Es verdad que el rubio no era su persona favorita en este mundo, pero no podía soportar la idea de que esa escena quedaría grabada en su mente tal vez para siempre.

Darrell entre los brazos de Byron, con los sentidos cubiertos y una terrible vergüenza expuesta, la viva imagen de la vulnerabilidad. Ethan era tan endeble, que la humedad que resbalaba por las mejillas de Darrell justo debajo de su venda lo abofeteó sin piedad. Pero no era nada comparado a darse cuenta de que ese demonio de rostro impasible y cruel, era la misma persona que una noche antes le había dicho "te amo" bajo cientos de besos y promesas absurdas.

Permaneció inmóvil en el marco de la puerta, con su mano resbalando lentamente del pomo de ésta, dejando que solo el chirrido lento de su abrir llenase el salón.

Cuando Magnus volteó a mirarlo, fue demasiado tarde.

Ethan había visto suficiente, y ambos sabían que no existía explicación para remover ese rostro triste y decepcionado que ahora también perseguiría al profesor para siempre. Sus ojos verdes brillaron vidriosos y en su garganta había un nudo que no se podía tragar. Quería llorar. Tenía ganas de salir corriendo y gritar. Pero incluso ahora, en medio de una marea que solo anunciaba tempestad, no pensaba faltar a sus principios, a su moral. Tomó lo último que quedaba de esa fallida descarga de adrenalina, de esa valentía que había provocado este accidente, para avanzar con algo de miedo hacia ese lugar.

El simple sonido de sus pasos pareció asustar a Darrell de una forma que hizo estrujar su pecho. El profesor lo soltó en ese instante, se separó de ese chico que ahora recogía desesperadamente el aire y temblaba al sentir el frío de la libertad, pero lo extraño es que no se movía mucho más. A diferencia de lo que creyó, Bloom no salió corriendo, ni maldijo a Byron, ni se esforzó por quitarse esa venda de los ojos para encarar a Ethan. Estaba ahí, sentado como un títere esperando una orden.

—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que preguntó ese irreconocible hombre.

La mirada de Byron apenas y rozó unos segundos más la presencia de Ethan, se puso alerta al reparar en las personas tras la puerta, y una nueva máscara sombría lo cubrió.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora