Narciso

46.6K 2.8K 382
                                    

Jeremy no era una persona fácil de impresionar, pero llevaba una hora pensando que todo esto era irreal. O que de nuevo se había demayado y se había sumido en un coma tan profundo que ahora tenía sueños vívidos. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué había accedido sin titubeos a esta realidad? Si esto era un sueño, probablemente despertaría llorando.

Y cada vez que se hundía en esa loca teoría, apretaba el abrazo hacia Sebastian.

Tenía sentimientos encontrados, confusos, al parecer el amor era mucho más difícil de aceptar de lo que ambos aparentaban. Al final, ¿qué son un par de besos, si el significado tras ellos aún no lo comprendían?

Cuando ambos llegaron al departamento, pensó que habría una atmósfera extraña, que se formaría algún tipo de silencio incómodo o que simplemente no sabría cómo continuar a partir de ese punto por los nervios.

Pero estar con Sebastian se sentía tan natural, que no había necesidad de preocuparse. Después de todo, no tenía nada que pudiese ocultarle, o algo que el moreno no supiera, y ambos habían estado juntos en este mismo lugar antes.

Esa sensación de comodidad fue tan tranquilizante, que el ambiente fluyó por su cuenta.

El chico llevaba un largo rato tocando para él, a pesar de que había dicho justo lo contrario antes de salir del salón de música. Jeremy de alguna forma lo había convencido de que tocase primero, y desde entonces había estado deleitándose con una improvisación perfecta.

Sebastian estaba sentado al borde de la enorme cama por culpa del mayor, quien insistió en querer abrazarlo mientras tocaba y se aseguró de rodearlo solo por la cintura desde atrás para no estorbarle en los movimientos. Con el mentón apoyado en su hombro, Jeremy estaba dispuesto a escucharlo la noche entera.

Cuando la melodía llegó a su final, se aferró a él y hundió el rostro en su cuello.

—Otra vez...

—No, prometiste que tocarías para mí —le recordó el moreno—. Es tu turno, Wild.

—Tus melodías son más alegres, no quiero arruinarlo —murmuró con la voz ahogada por la posición.

Escuchó un suspiro por parte del otro y el violín fue dejado a un lado. Pudo darse cuenta porque una de las manos de Sebastian deshizo su abrazo y se acomodó girando solo lo necesario para ver al de rizos de frente.

—¿Qué te ocurre? Actúas extraño desde que hace un rato —inquirió preocupado.

El profesor miró hacia otra parte pensativo, no creyó que se daría cuenta de ello tan fácilmente.

—No lo sé... he estado pensando en que esto es irreal y no sé por qué —trató de explicar—. Es solo que... siento que no debería de estar pasando esto... que fue demasiado rápido.

Jeremy estaba pensándolo demasiado y por eso estaba paranoico, eso era seguro.

—¿Exactamente qué parte es la que no puedes creer?

—Todo a partir de que me besaste —respondió con seguridad, alzando la mirada hacia él—. ¿Estás seguro de que te gusto? ¿Cómo sabes que no son solo ideas tuyas por haberme cuidado? Ethan me dijo que tenías un "pequeño" complejo sobreprotector —comentó con una mueca—. Tal vez solo crees que te gusto porque sientes la responsabilidad de cuidarme...

—Puede ser posible —afirmó, asustando a Jeremy por un instante—. Pero llevo días pensando en por qué debería sentir esa responsabilidad hacia ti. No te consideraba un amigo, y como profesor aún tengo serios problemas contigo —dijo con una brutal honestidad—. Solo quedaba una salida que, para ser justo, me costó demasiado aceptar.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora