4. Lección I

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Eran pasadas las siete desde la caída de la tarde, el viento azotaba con fuerza para borrar el calor que invadió a Haverville en el transcurso del día. Era la temperatura perfecta para que Luke permaneciera encerrado en su habitación con alguna bebida o simplemente durmiendo. Pero aquí estaba, caminando por segunda vez en el día a la estúpida clase que le habían asignado.

El chico abrió la puerta sin cuidado y bufó cuando vio el aula vacía, encendió las luces para revisar la hora en su reloj de mano y se dio cuenta de que había llegado antes de tiempo por culpa de la campana. ¿Quién demonios la controlaba? O tenía un retraso o se adelantaba, estúpida campana.

Estúpidos todos.

Se había puesto insoportable desde que terminó la clase de filosofía, y el responsable era nada más y nada menos que el profesor Byron. Odiaba la prepotencia con la que le había prácticamente exigido que viniese, y eso solo era la punta del iceberg. Detestaba que las cosas no salieran como las planeaba, por algo sus padres pagaron una buena suma de dinero a esta universidad, aunque tampoco es que le importase mucho estudiar. Solo quería hacerse con el dinero de la familia, ya tenía algo de ganancia con el apellido.

Se sentó de mala gana en uno de los lugares al frente, no tenía caso irse al suyo cuando sería probablemente la única persona que estaría aquí, comenzaba a envidiar a las personas que no tendrían que someterse a este suplicio. ¿A quién le importaban las clases de todas formas? Aquel solo era un profesor.

Justo cuando pensaba en el demonio, éste hizo acto de presencia con la elegancia que lo caracterizaba, tan pulcro como siempre, y cerró la puerta a sus espaldas.

Luke sonrió con socarronería ante su llegada, su simple presencia era insoportable.

—Seamos honestos desde el principio, profesor —comenzó a decir sin importarle la falta de decencia al no saludarle—. Usted sabe que mis notas están por los suelos y solo está aquí por mantener el mejor promedio de aprobados al final del día. ¿Qué opción tengo cuando usted parece no dar su brazo a torcer? —el chico se cruzó de brazos sin erguirse—. Si no estudio, me echan de la universidad. Si me echan, no obtengo la fortuna de mi padre y sin la fortuna... nuestro apellido se va al carajo, así funcionan las cosas. No es que quiera estar aquí, es que tengo que hacerlo, así que será mejor que esto funcione rápido.

Byron ignoró la silla que habitualmente ocupaba en las clases y se apoyó ligeramente en el límite del escritorio, dándole la cara a Luke para que pudiese examinarlo mientras hablaba. Estaba en una posición relajada, con las manos a cada lado de su cuerpo, aferradas suavemente al borde de aquella mesa y ligeramente inclinado hacia atrás, tomando una postura tan informal que se veía completamente diferente.

Luke se había dado cuenta de que el profesor emitía un aura distinta, y comenzó a ponerse nervioso, por lo que tomó una postura a la defensiva.

—A-además... eso de que no acepta dinero, no me lo trago, sé que la universidad no deja salir de aquí a los profesores antes de exprimirles todo el dinero que les han dado, yo podría encargarme de que deje de dar clases si... —dudó cuando vio que Byron solo lo miraba, ni siquiera le interrumpía como esperaba que lo hiciera—. S-si... me pasa la materia, son negocios. Yo puedo pedir una buena suma de dinero para que usted no tenga que trabajar si así lo quiere.

Cuando terminó su irresistible oferta, pasaron unos minutos que se le hicieron eternos. No sabía si el profesor lo estaba considerando seriamente o si no había dicho nada porque alguien más los estaba escuchando y ahora se encargarían de echarlo por tratar de sobornarlo.

Pero todo lo que había en ese momento era un inquietante silencio.

—¿Terminaste? —preguntó Byron, sin atisbo de enojo o irritación.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora