Tú y yo- pienso en ti

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01/01/18

Desesperado, solo y demente. No, no son exageraciones y deseo tanto que lo sean que arrancaría mi piel a tiras para liberarme de la dermis que lleva adheridos tales adjetivos.

Si hay algo que sé es que soy real, porque el mundo me duele, incertidumbre en él me tortura martillando mis sienes, apuñalando mi pecho, rasguñándome bajo los párpados.

Si lo que veo, oigo y toco es real es una duda que quedó obsoleta para mi. Si estas paredes mullidas como nuves existen, no es el cielo, si esta ropa que me oprime es real, no es un abrazo; así que ¿Qué más da si mi tortura es real o no? Mientras el dolor lo sea nada importa.

Pero tú. Tú eres mi duda más grande y mi certeza más clara. A veces pienso que has existido con tanta intensidad que yo no soy más que una herida de tus colmillos. Otras creo que eres un invención hasta el punto que olvido tu nombre y tu rostro se desfigura en mi mente, como si mis ojos no hubieran sido testigos de esa sonrisa.

Oh, esa sonrisa. Brilla en la noche no porque sea como un faro en la oscuridad, sino porque absorbe toda luz y entre sus dientes muere chispeando. Y por eso tú estás lleno de vida, porque la arrebatas.

La cama donde duermo ahora (si así puede llamársele a yacer medio drogado después de que agujas infinitas y manos envasadas en guantes calmen mis gritos histéricos) es dura y fría, sin un ápice de suavidad. No diré que te extraño, porque fuiste el inicio de mi fin y ahora que he tocado fondo quizá puedo alzarme nuevamente, pero sí me parece curiosa la forma en que una cama puede tornarse gélida o ardiente; lo único que dista entre ambos es otro cuerpo. Ni siquiera debe ser un cuerpo vivo y tú lo sabes mejor que nadie.

Tú. Tú. Tú. Solo pienso en ti y es gracioso porque no se quien eres o como luces, pero estás incrustado en mi cabeza y algo me dice que eres la causa de todo.

Me siento amodorrado, no como si estuviera por dormir, sino como si acabara de despertar. Es como si abriera mis ojos, aunque ya estén abiertos, solo que parece que lo que veré esta vez no está afuera de mi cabeza.

02/01/18

¡Eres real, eres real! La mentira ha abandonado mis venas y mi corazón no bombea más hesitación. Te recuerdo: tu cara hermosa, proporcionada y de facciones nórdicas; tus ojos claros como el pasto que ardían en pasión con el gotear de la muerte, tus labios carnosos, telón de una función de mentiras dulces y frutos prohibidos que me tenté a probar. Recuerdo tus palabras susurradas junto a la brisa de mi ventana; recuerdo que la cerraba antes de dormir y que cada mañana el frío se colaba por ella, totalmente abierta.

Recuerdo tus dedos en mi piel pálida, apretando; en mi piel morada, acariciando; en mi piel roja, arañando. Recuerdo mi piel en tu piel, entregándote el calor de mi ser y la cordura de mi existir.

Recuerdo más quien eras que quien soy; eso me aterra, porque ahora no soy más que producto de tus diversiones. Miles de años, millares de víctimas y solo el dolor de una puede ser tan devastador ¿Cuánto mal has causado?

Solo la agonía de mi ser (mi ser, algo tan chiquitito que se pierde en la negrura de tu sombra, tan fútil que aplastas bajo la suelas de tus zapatos sin inmutarte) me hace querer gritar hasta que mi voz se haga sólida y arranque de mí el alma que mora en esta carne llena de cicatrices.

El chillido es algo poderoso, algo más que terrenal. Solo es aire saliendo de unos pulmones y convertido en estruendo, pero es tan tangible que puede hacer sangrar tus orejas y si uno cierra los ojos y berra fuerte, el mundo de alrededor desaparece, solo el sufrimiento hecho voz existe; ¿No es maravilloso el grito? Fue mi arrullo bajo tu sed y mi llanto frente a tu ausencia.

Ahora, ahora es solo una mantra que me hace sentir tranquilo. Si mi cuerpo no sale jamás de estas paredes, mi voz lo hará.

03/01/18

Floto. Ya no hay habitación a mi alrededor, ni siquiera hay un yo rodeando a mi pensar. Solo una ascensión infinita y delicada como la caricia de una flor o el rocío de la mañana. El eco de mis propios chillidos ya queda muy lejos, jeringas, pastillas y un hombre amable y vestido con bata blanca y guantes ásperos han hecho desaparecer el ruido. Ahora no puedo ni escucharme a mi mismo.

Como si tuviera algodón en mis orejas. No oigo mi voz, aunque quiero hablar, tampoco oigo la tuya, aunque un escalofrío me recorre si trato de emular tus palabras. No se quien eres, pero en caso de que seas real (y yo lo sea también), los medicamentos me hacen desconocerte; no estoy seguro de si me alegro, porque siento que contigo se va una parte de mi. Una con explicaciones y quejas. Una fracción herida que no cicatriza.

Oscuro, cálido y silencioso. ¿Es así un hogar o un corazón hueco? No se que pasa, o donde estoy. Mi cuerpo pesa tanto que no se si trato de alzar un brazo o de mover el mundo. Estoy confuso, pero feliz. Creo.

¿Tú como estás? Tú. ¿Quien eres tú? Un amante tal vez, un padre o una madre; lo dudo. ¿Un amigo, hermano? Quizá soy bien tonto y solo eres el reflejo que me sonríe cuando me miro al espejo. O la sombra que hay en él y que no pertenece a cuerpo alguno.

A lo mejor eres mi mano cálida bajo las sábanas, clavando las uñas en mi piel durante un sueño profundo; o las garras de un monstruo helado desgarrándome hasta la inconsciencia.

A lo mejor eres una pesadilla, pero da igual porque ahora sueño, sueño sin dormir. Los sueños de algodón de azúcar van de mi arterias al cerebro y bajan como un hilo de saliva por mi comisura; me gustaría limpiarlo, pero no puedo. No puedo y ni siquiera me pregunto el porqué.

04/01/18

Hoy he vomitado hasta sentir que mis entrañas se iban por el retrete, girando ante mis ojos como un móvil para bebés que me distraía de mi propia muerte. Me siento envenenado. Toda la dulzura que un día atrás recorría mi cuerpo y alimentaba mis células con una calma soñolienta parece haberse podrido. Ahora estoy lleno de despojos y mi cuerpo los rechaza, los echa afuera para que sensaciones pasadas e imágenes que creí irreales vuelvan a mi con más intensidad de la que sucedieron.

Puede que esté demacrado, desgreñado e insomne, pero este martirio me ha regalado algo que aunque amargo, agradezco: la lucidez.

Todo acontecía ante mi como un remolino de emociones y pensamientos y mi cuerpo solo estallaba o reposaba según las energías y sustancias en mi. Ahora todo está ordenado, completo y sé que no durará.

Pero déjame disfrutar de los instantes de cordura antes de que tu recuerdo sea tan doloroso que rompa mi mente y la única cura sea que los médicos entren de nuevo y me arranquen del mundo real con narcóticos.

Mi propia cabeza te evoca como un terror nocturno, sin embargo la única forma que tengo de soñar plácidamente me envenena poco a poco. Me da la sensación de que debo elegir ¿Olvidarse o seguir siendo yo? Porque te has metido tanto en mí que me has robado el corazón y la intimidad; y si te olvido me desconozco. Y si te recuerdo me veo a mi mismo.

Eres la muerte que aparece en mi vida y mezcla los elementos de esa antítesis a costa de mis sesos. Eres el viajero del más allá que me deja asomarme y me arroja a la locura de saber la verdad en un mundo de ciegos y engañados.

Eres quien le da voz a un hombre que vive entre sordos. Eres tú. Un monstruo que lo es por ser más humano que el resto; lo que sobrevive a la muerte porque se zambulle en ella pero no se hunde; te mantienes a flote, aferrándote a vidas que no son tuyas.

Y yo. Yo me ahogo en la fuente de la verdad. De la terrible verdad.

05/01/18

Sé que una vez me preocupé por no recordar tu nombre. Ahora es gracioso ¿Alguien sabe como me llamo?

Recopilatorio de one shots yaoiWhere stories live. Discover now