𝐻𝓊𝓇𝓉 𝑀𝑒 [𝐻𝓌𝒶𝓃𝑔 𝐻𝓎𝓊𝓃𝒿𝒾𝓃]✓ #Wattys2021

◾14◾

Capítulo 14:
Heridas inaceptables. Parte I.

Se permitió caer en el vacío tortuoso de la incertidumbre, siendo tragada por la oscuridad enfermiza de sus pensamientos que nunca antes le habían dado menos tregua que ahora. Su vida, o lo que le habían vendido como ésta, había sido sólo una simple y bien planeada simulación, que en cuestión de minutos se acabó, causando que su realidad se desvaneciese tal cual el polvo en el viento. Se sentía en la nada, de hecho, estaba en la nada, flotando por ahí mientras su mente revoloteaba en demasiadas preguntas que en verdad no tenían una respuesta.

La chica que tenía frente a ella era una falsa impostora que pretendía ocupar su cuerpo, Kang Hani no se sentía como ella, Kang Hani, en definitiva, ya no era ella. No obstante, no ponía en dudas que ya no tenía ni un atisbo de conocimiento de quién era, o de lo que alguna vez creyó ser. Sus problemas de identidad en todo momento estuvieron ahí, desde que supo cómo pensar por su cuenta... Pero ahora, éstos eran mayores, porque la realidad se había vuelto otra. El sentimiento de no pertenecer siempre estuvo con ella, creció a su lado y se hizo parte de su personalidad, apabullando cualquier positivismo que caracterizaba su carisma. No pertenecía, nunca lo haría, porque no sabía más quién era.

Su madre, su único e incondicional apoyo, a la que había puesto en un pedestal sagrado, de pronto, caía de éste, justo como ella estaba dejándose hundir en un abismo sin fin. El engaño calaba profundo en su cabeza, y aunque quiso olvidarlo fácil, una voz maliciosa le repetía como una grabación que la mujer que más amaba le había hecho vivir una realidad que no le pertenecía. Le hizo compartir su vida, tan sólo por salvar la de su mejor amiga herida, y no le culpaba por hacerse la mártir, pero en este instante más que nunca, le fracturaba el corazón saber que ella no figuraba en sus prioridades.

Los murmullos, las malas miradas, los señalamientos y malos tratos que tuvo que experimentar desde muy pequeña no fueron justificación suficiente para que la mujer le dijese la verdad. Quizás si hubiese sabido de la existencia del hombre que se hacía llamar su padre, todo habría pintado distinto. Quizás la ansiedad social no la corroería con lentitud. Quizás habría tenido una familia en la que apoyarse. Quizás tendría un lugar para llamar hogar. Sin embargo, todo se quedaba en probabilidades inconclusas, porque para ella, había llegado tarde a la repartición de vidas felices.

Hacerse un ovillo en su cama no le era suficiente, el calor que ésta desprendía no le causaba comodidad y ni en aquél lugar donde alguna vez se sintió segura pudo conciliar el sueño aquella noche. La opresión en el pecho la mataría, la dejaría sin respiración y la asfixiaría, en algún momento de su desvelo, deseó que esto ocurriese de una buena vez, porque ya no le encontraba motivo para seguir sufriendo de la manera en que lo hacía. Se recordó a sí misma que estaba sola en toda esa travesía, que ni su madre, ni nadie, estarían para darle la mano en cuanto más lo necesitase.  No fue sorpresivo que la mujer si quiera se acercase asegurarse que seguía bien, tampoco es que no se esperase el peso de la decepción haciendo presión sobre sus hombros. Estaba harta de cargar con demasiado peso, estaba harta de pretender que podía con tanto peso. Por ello, dejó que éste se fuera, cayendo dentro del mismo agujero a donde ella misma se desvanecía en una sombra mísera.

Faltó el primer día a clases, importándole un comino su pulcra asistencia ejemplar. Luego del tercer día de faltas, se había vuelto una costumbre no levantarse por las mañanas para utilizar su elegante uniforme de la preparatoria elitista. Ahora más que en otros momentos, Hani no se halló sedienta por tener la aprobación de todos aquellos que le miraban mal por ser una becada. De todas maneras, ella no era una chica de excelentes calificaciones, no era una rigurosa alumna de perfecto carácter, no era la de amabilidad excesiva. No era nadie, ni nunca lo sería.