Capítulo 46 {Un Año Quebrado}

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—Aunque sea el fin del mundo, jamás perdonaré a Sonia ni descansaré hasta verla refundida en la cárcel —reconoció decido—. De no ser porque se lo prometí a tu hermano y porque hacerlo la alertaría, iría a buscarla en este momento para ponerla en su lugar. Hasta ahora no sabe que la descubrimos. El tipo que hackeó los servidores trabaja en la misma empresa que la mejor amiga de ella, y recordar ese detalle fue la clave que faltaba para conectarla con el robo.

Carolina sintió un nudo en la garganta estrangularla. ¿Qué pasaría cuando fuera su turno? Tenía miedo siquiera de imaginarlo.

El auto se detuvo y la sacudida la despegó de sus pensamientos. Celina se bajó de prisa y la jaló del interior cuando percibió que no se movía. Manuel le había garantizado que su caso se desecharía y no iría a juicio. Pero siempre existía la posibilidad que el resultado no fuese el esperado. Podrían fabricar pruebas, implicarla en actos ilícitos. Las personas desesperadas eran capaces de cualquier cosa.

Estaba ansiosa y aquello empujaba pensamientos pesimistas dentro de su cabeza. Especialmente porque Leo no estaría junto a ella. Ambos acordaron que mantener oculta su relación ante Antonio Villanueva era lo mejor.

—Tampoco mi padre puede saberlo —agregó sin pensar y en cuanto lo procesó su cerebro se dio cuenta de su error. Que Antonio no lo supiera era entendible, pero de Eduardo, ¿que razón lógica existiría para impedir que se enterara del noviazgo?

Afortunadamente, no pasó algo más que un gesto de extrañeza vistiendo el rostro de Leo. Una señal más que le advertía la urgencia de la charla que debían tener.

Manuel se alejó para verificar la sala que les correspondía. «Todo va a salir bien», se dijo a sí misma para tratar de calmarse. Carolina se alisó los pantalones intentando disimular que estaba secándose el sudor de las manos. No obstante, su papá se dio cuenta y la animó a sentarse en una de las bancas destinadas a los visitantes.

—Las pruebas son sólidas, no tienes por que estar nerviosa, hija.

—Papá, perdóname. Nunca pensé que podría meterme en un lío como este.

—Tú no tienes la culpa que esto haya sucedido. Tu imprudencia y curiosidad te colocaron en la línea de fuego, pero nada más. Definitivamente, esto no lo sacaste de mí. No me queda duda alguna que cada día te pareces más a tu mamá. Estaría tan orgullosa de ver en la mujer que te has convertido. —Carolina le agradeció en silencio su manera de hacerla olvidar un poco sus preocupaciones.

Se le calentó el alma escucharlo hablar de Julieta. Quizá nunca conocería la verdad de lo que sucedió entre ellos. Y por primera vez, no sintió la necesidad de saberlo. Lo que importaba era entender que cada quien escribe su historia como le plazca y nadie debe dictarte lo contrario. Aprendió de la peor forma que no puede inmiscuirse en las decisiones ajenas aunque se tratase de sus papás.

Carolina arrugó su nariz y le sonrió a medias antes de abrazarlo con fuerza.

Manuel los condujo a la sala asignada y, para su sorpresa, al entrar la familia Villanueva ya se encontraba presente. Estaba segura que habían llegado con suficiente tiempo de anticipación. No exageraba Leo cuando decía que la puntualidad era algo de familia. Su hermano le comentó que solo faltaba de llegar el personal del ministerio público para que diera comienzo la audiencia.

En el lado opuesto, percibió los ojos preocupados de Leo que contrastaban con la mirada furibunda de Antonio, lista para matar al que se pusiera enfrente. No creía que fuera a agradarle lo que sucedería a continuación. Tal vez ya lo sabía, pero quería escucharlo de alguien confiable, honorable y, especialmente, con la credenciales pertinentes.

Ahora, entonces y siempreWhere stories live. Discover now