Capítulo 19 {Negro Día}

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     Parecía imposible desviar su atención de aquel palpitante punto. En cualquier momento saldría flotando por la pantalla y estallaría frente a sus ojos. ¿En qué momento Soni se convirtió en una de esas mujeres que se dedicaban a acechar a sus novios porque dudaban de ellos? De esas que revisaban cajones, cuentas de correo y el celular. Le recorrió un escalofrío nada más de imaginárselo. Se conocía y sabía que nunca llegaría a ese extremo porque ella confiaba plenamente en Leo. Jamás le había dado motivo alguno para desconfiar de él. Desde el primer momento supo que era demasiado serio y comprometido con su trabajo, sabía de su temperamento, sabía de sus obsesiones, sabía en lo que se estaba metiendo al mudarse con él. Sabía que era un negro día. Todo por escuchar a su amiga Cinthia. «Es muy fácil, y no tiene nada de malo hacerlo siempre y cuando sea con moderación, es únicamente para verificar que todo esté en orden», le aconsejó su amiga mientras le mostraba el funcionamiento de la aplicación Find My Phone en su celular.

Era la primera vez que Soni se atrevió a utilizarla estando sola. Le disgustó por completo la idea, pero Leo la había orillado a hacerlo al abandonar el restaurante sin explicación alguna. Estaba siendo razonable, además era solo para comprobar que no tenía nada por que preocuparse.

Desde el primer día desde que comenzó su relación se había comportado como una compañera —no-novia, un término que ya había aceptado con resignación— ejemplar; la más amorosa y paciente que podía existir. No lo hacía por obligación lo hacía porque estaba enamorada de él. Al menos eso quería creer. Por supuesto ellos tenían sus altas y sus bajas, era normal tener discusiones. Todas las parejas peleaban, se justificó Soni.

Al llegar a su departamento —vacío como lo presintió— lo esperó por horas como un perro fiel aguardaba la llegada de su amo. Fue patético. Un golpe bajo a su dignidad considerando el trato que Leo le había dado. Si existía un límite lo había sobrepasado. Se levantó de prisa de la cama, dirigiéndose decidida al estudio, abrió el cajón del pequeño escritorio y tomó la tableta de Leo. Por supuesto el aparato tampoco tenía contraseña. No podía hacerle más sencilla la tarea si quisiera. Soni comprimió sus párpados y la encendió. Le tomó unos cuantos segundos localizarlo. Un nudo en la garganta la estranguló al saber dónde apareció el diminuto círculo. El afamado Hotel Capital M. El predilecto para llevar a sus conquistas. El recordatorio de algo que ella había dejado atrás. Leo le había hecho una promesa, pero también le advirtió de su naturaleza. A pesar de todo él siempre regresaba a ella. Quizá era la primera vez, quizá era irremediable. La diferencia radicaba en que ahora tenía el conocimiento de sus andadas. La mataba saber su realidad, y mil veces preferiría flotar felizmente entre las nubes de la ignorancia. Trataba de extinguir el fuego que le recorría las venas, imaginando que quien se encontraba debajo de las sábanas de algodón egipcio era una mujer horrenda con la cara en desorden y el cuerpo en desgracia. Conociendo los peculiares gustos de Leo era poco probable. Una raquítica súper modelo se ajustaba mejor a la realidad.

De repente el puntito comenzó a moverse, acelerando su velocidad, y si su sentido de orientación no le fallaba éste se dirigía a casa. Una indignante sensación de alivio la invadió. Leo regresaba a ella. Como debía ser.

Ya nada le impedía irse a dormir.

Y así fue.

***

     El insomnio irracional le resultaba ajeno. Nunca antes se había enfrentado a una situación que lo privara del sueño por completo por más estresante y difícil que ésta fuese. Si algo valoraba Leo en esta vida eran sus horas de sueño. Su agudo funcionamiento dependía de éste.

Era de esperarse que Leo hubiera encontrado a Soni dormida. Contemplar las calmadas respiraciones lo afligía. Era como observar detenidamente la cuenta regresiva de una bomba que indudablemente explotaría.

Ahora, entonces y siempreWhere stories live. Discover now