Cap. VIII: Bingsu

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—Mamá, a mí no me gusta esa chica.

—¿Por qué, mi cielo? Es muy atractiva y no dejaba de mirarte en la fiesta de tu tía.

Pero eso no significa que deba coquetearle también. Sabes muy bien que a mí no...

—... Te gustan las mujeres, lo sé. JongIn, ¿no sientes que esto solo es una etapa?

—¿Qué?

—Apenas tienes dieciocho años, mi vida. Estás en una edad de mucha confusión y cambios que te llevan a tomar malas decisiones. Hazme caso, hijo, tu papá y yo queremos lo mejor para ti.

—Madre, no quiero contestarte mal, por favor, solo dejen que viva mi vida tal y como soy.

—Y eso tratamos, pero entiende, es difícil asimilar la situación.

—No por mucho tiempo. En cuanto ingrese a la universidad ustedes tendrán una carga menos en sus vidas. Me voy, madre.

—JongIn...

—¿Ahora qué?

—Te quiero, siempre recuerda eso. Nunca olvides que te amo...





Las palabras de mi madre se hicieron presentes en mi memoria justo ese día, sentado frente a KyungSoo en Bongbong Coffee. Realmente llegaron en un momento crítico en donde estaba a una palabra de distancia para seguir o separarme de mi pequeño.




—Y bien, te escucho... pequeño —fijé mi vista en la profundidad de sus ojos.

—Me siento apenado de que supieras todo eso —prefirió hacer contacto visual con el florero mientras frotaba las palmas de sus manos en las piernas— P-Pero a la vez me siento feliz. ¡Oh, por cierto!...




Sacó del bolsillo de la silla de ruedas una bolsa negra sin mucho volumen doblada perfectamente. Desdobló con cuidado y me extendió su contenido, mi suéter que la vez anterior le presté.




—Ayer te lo iba a devolver, pero por soltarme a llorar y después dormir como un holgazán, no pude hacerlo —tomé la prenda lentamente llevándola a mi pecho— Le pedí a mi madre que lo lavara, espero no te moleste el suavizante.

—¿Suavizante? —el olor a frutas inundó mis fosas nasales, el mismo olor de la ropa de KyungSoo— Para nada, no suelo usar suavizante; pero no está nada mal.

—Es mi favorito —sonrió— Gracias, JongIn.

—No tienes nada de qué agradecer —coloqué el suéter en mis piernas— KyungSoo... ¿Eso era lo que tenías que decirme?

—En realidad... no — carraspeó ligero y enderezó su cuerpo intentando calmar sus nervios— Mis... cartas, como pudiste ver, no son de manera... amistosa.

—No lo son, pero entendí lo que quisiste decirm...

—Pensarás que soy muy cursi o estúpido al querer una persona sin saber nada al respecto.

—¡Claro que no! Si es así, entonces también soy un estúpido por sentir algo por alguien que solo veía detrás de la ventana.


Cartas a Kim JongIn [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora