Cap. VII: Baby Don't Cry

108 12 20
                                    

—¿Qué es lo que propones, Sehun?

—Propongo que hables con él y le digas sobre su carpeta.

—Sé que estuvo mal, pero la tentación pudo conmigo. De haber sabido que tendría un cargo de conciencia sobre esto, jamás hubiera tomado nada.

—No te creo.

—Me conoces bien, aun así, lo hubiese hecho, ¿cierto?

—Todo pasa por algo, si el destino te permitió conocer esas cartas por tu cuenta y no por KyungSoo, debes averiguar el porqué.

—Crees que cuando se entere... ¿no reaccionará mal?

—No lo sé, Kai, no lo sé.




No lo sé








La temperatura bajaba conforme pasaba la tarde en Nonhyeon-dong, precisamente en la calle donde el aroma a café inundaba las fosas nasales de los transeúntes.

La casa de la familia Doh se encontraba tensa al presenciar un pequeño roce de diferencias entre Lee JongSun y Kim JongIn por tener la atención del integrante más pequeño de edad en su familia, Doh KyungSoo. No podía dejar que aquel doctor interesado en mi pequeño ganara la primera de varias partidas que se venían a futuro.

Al estar ambos dentro de la habitación, cerré la puerta para no ser molestados.

La espera de tanto tiempo pidiendo a gritos internos un momento a solas con él se había terminado. Sus padres nos vieron irnos a la habitación sin decir palabra alguna, la señora Sunhee junto con el señor Steve sabían cuan grande era mi espera por KyungSoo.

Coloqué la silla de ruedas dando la espalda a la ventana, la famosa ventana. KyungSoo tomó una frazada café claro de la mesa donde lo vi escribir hace unas semanas atrás. Lo extendió y colocó en sus piernas.




—Ahora que estamos solos... ¿Podemos platicar? —dije con voz baja sin asustar al pequeño, más de lo que ya.

—S-Sí, claro.




Su mirada perdida en el suelo no permitía admirar con más detalle sus ojos negros que minutos antes logró cautivarme hasta el fondo de mi corazón. Tenerlo así de cerca provocaba un temor intenso de perderlo sin ni siquiera haber revelado nada, al mismo tiempo, sentía que no iba ser la última vez que nos veríamos.




—¿Puedo... sentarme?

—C-Claro que s-sí — volteó a los lados buscando con su vista alguna silla o asiento vacío— ¡Llamaré a mamá para que...!

—¡Oh, no! No te preocupes. Me sentaré en tu cama, si no te molesta.

—P-para nada.

—Bien...




Tomé asiento de manera que quedara frente a él guardando mi respectiva distancia. Las preguntas brotaban en mi mente y ninguna era coherente para iniciar la conversación. Respiré hondo y dejé salir lo primero que mi boca emitiera.

Cartas a Kim JongIn [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora